jueves, 27 de mayo de 2010

La amortajada: Viaje del punto de vista


Por Diego del Pozo

La propuesta narrativa de comienzos del siglo pasado fue sin duda un reflejo y un anuncio sobre lo que sería el XX. La inclusión de la voz consciente e inconsciente como otro aspecto de la realidad hablaba de que la humanidad no estaba conforme con lo que se le presentaba. En la narrativa este desagrado se ve en la polifonía, individual incluso, que desarrolla la idea de los múltiples puntos de vista. María Luisa Bombal no está exenta de esta mirada moderna sobre la realidad, y en sus obras esto se demuestra con la inclusión de la voz interior de sus personajes femeninos.

Apartando la casi obvia relación que hay entre su escritura y el sentido terapéutico que tenía para ella, a nivel narrativo la aparición de un inconsciente femenino de la fuerza que es el de la Bombal, genera sin duda toda una revolución en la mirada literaria, y desarrolla preguntas como quién narra o desde dónde se está narrando, problemáticas que a la larga no se pueden contestar, y he ahí la gracia de la subjetividad narrativa.

En la novela La amortajada se nos presenta a una mujer en su lecho de muerte, en sus momentos previos al deceso, y desde su conciencia completamente lúcida nos hace un recorrido de su vida. El espacio presente sin punto de vista, la mirada objetiva termina cuando Ana María entre abre sus ojos “Era como si quisiera mirar escondida detrás de sus largas pestañas” (Bombal, 7). El “como si quisiera” es el que marca la entrada al espacio a aquel viaje del punto de vista, la mirada de la subjetividad, donde la alucinación, la realidad y el recuerdo se mezclan completamente. Desde ese párrafo en adelante todo será confuso desde el espacio que se nos narra y a la vez será confuso el espacio narrado. Desde ahí comienza la aceptación del inconsciente narrativo, la posibilidad de contemplar la muerte de los muertos.

La voz que narra dice que la tragedia comienza con la pérdida del primer amor, Ricardo: “Solo se que la edad que siguió ese abandono fue la más desordenada y la más trágica de la vida” (Bombal, 25), y es efectivamente así como se presenta la narración del resto del relato, de manera trágica y desordenada. Quizás esa es la mirada nueva que quiere mostrar Bombal. Su punto de vista de la realidad es trágico y desordenado, como así lo es también su interpretación y representación.

El juego narrativo es finalmente narrar la consciencia, hay incluso saltos desde la consciencia de Ana María hacia la de Fernando, lo que diferencia la narración de la mirada omnisciente es el hecho de que no hay comentario sobre lo que se medita: “Y porque veló en vida a muchos muertos, la amortajada comprende […] Ana María, ¡es posible! ¡Me descansa tu muerte!” (Bombal, 77). El narrador tiene acceso a las consciencias, es un narrador perteneciente al mundo de lo subjetivo, una vez más se ve lo fragmentado pero ahora es la ruptura espacial del mundo inconsciente.

Viene entonces el aprendizaje y la réplica, Ana María recuerda (aunque ahora ya no está tan claro si es recuerdo o alucinación) el momento en que conoció el placer: “¡El placer! ¡Con que eso era el placer! ¡Ese estremecimiento, ese inmenso aletazo y ese recaer unidos en la misma vergüenza! (Bombal, 83), para ella Antonio es el descubrirse a sí misma, y la imagen del guijarro que golpea su frente es una comprobación de que es ahí en la frente, o más bien dentro de su frente, en su consciencia donde ocurre todo. Y ese espacio funciona de manera confusa.

Ana María ad portas de la muerte nos lleva del recuerdo al presente con un orden azaroso, no podemos saber cuanto es verdad siquiera en el presente, ya que el tono siempre está cargado de un carácter fantástico. Esta fantasía está ligada a la identificación de la naturaleza como un lugar de evasión y refugio, pero también de dolor y comunicación recíproca, la representación es cada vez más cercana a lo maravilloso. El tiro suicida que intenta la protagonista es contra un árbol, no contra su pecho ni su cabeza, sino contra la naturaleza. Así también la muerte de la lechuza vuelve a la realidad con los ojos del ave muerta en la mirada de un campesino, es un reproche de aquel espacio salvador. De este modo la quietud de mirar aquella flor del dolor, le parece el momento de calma, frente a la tediosa pérdida espacial en el campo junto a Fernando y sus hijos. Es una vez más la naturaleza al que refleja su estado interior.

Además está la voz de la muerte que se comunica y la hace delirar aún más, complicando cada vez el punto de vista: “-Vamos, vamos- -¿Adónde?- -Más allá- Resignada, reclina su mejilla en el hombro de la muerte. Y alguien, algo, la empuja canal abajo a una región húmeda de bosques.” (Bombal, 109) una vez más está la presencia de la naturaleza solo que está vez es en un espacio más allá de la consciencia primigenia, ahora se encuentra en un lugar dónde solo la muerte puede llevarla, el refugio y la evasión continúan.

Es finalmente La amortajada un juego de suposiciones desde la realidad-consciente y la realidad-inconsciente, dónde el constante salto subjetivo desestructura cualquier posibilidad de percatar el espacio palpable antes dado por los narradores omniscientes, la nueva visión literaria incluye la fragmentación del punto de vista y también la fragmentación de la Verdad narrada. Bombal propone un lugar de evasión frente a esta angustiosa mezcla de realidades, la evasión acá se da en la muerte y la naturaleza: “Y ya no deseaba sino quedarse crucificada a la tierra, sufirnedo y gozando en su carne el ir y venir de lejanas, muy lejanas mareas; sintiendo crecer al hierba, emerger islas nuevas y abrirse en otro continente la flor ignorada que no vive sino un día de eclipse” (Bombal, 138-139). La imagen es la retención del espacio interior copado por la necesidad de lo material, la realidad es finalmente lo natural, el anhelo es morir para caer en la carne que no engaña, no sufre. Es la necesidad de buscar un espacio de evasión infranqueable.

Así entonces La amortajada es el viaje hacia el inconsciente y la memoria, es la narración desde lo subjetivo dónde la nueva propuesta narrativa es reflejo del movimiento de toda la sociedad y sus puntos de vistas.

Bibliografía.

- Bombal, María Luisa. La amortajada. Cuarta Edición. Andina; Argentina.


Bertolt Brecht: revolucionar la sociedad en La excepción y la regla

Por Diego del Pozo


Bertolt Brecht es en el teatro sinónimo de ruptura. Enfrentado a la visión clásica de este, redefino todo un concepto sobre la nueva funcionalidad de las representaciones teatrales.

Para Brecht primordialmente el arte debe tener una función social, y de manera secundaria, solo cuando esté permitido se podrá desarrollar una discusión en el campo de la estética. Para el alemán se acabó el arte por el arte “Menos que ninguna otra cuestión la recreación tiene necesidad de justificación” (16, 1963), de esta manera la aplicación comienza en al ámbito teatral separándolo de su función clásica aristotélica por excelencia. Partícipe de todo el movimiento de las vanguardias artísticas europeas de principios del siglo XX, intentó revolucionar el arte, relacionándolo con la política, con lo que le dio un cambió fundamental al desarrollo teatral, creando un teatro de conciencia social que apuntaba a despertar al espectador, sacarlo del hipnotismo de la empatía clásica, y guiarlo por un camino de lucha y sensibilidad social.

Desde una perspectiva temporal, es fácil darse cuenta que lo que realmente hace Brecht es enfrentar la modernidad con una actitud crítica, donde la construcción de artefactos no es el camino correcto, lo que busca, siguiendo la mirada del Materialismo Dialéctico es revolucionar a la sociedad. Este debe ser de hecho para Brecht el verdadero sentido del teatro.

De la mano de la validación absoluta del Materialismo Dialéctico, actualiza al teatro dentro de discursos que deben estar nuevamente en boga, se acabó la época del goce primordial, ahora es el momento de cuidar la igualdad.

Algunos de los métodos utilizados por Brecht para desarrollar este levantamiento están ligados por supuesto al método en que se realiza el teatro. Partiendo por los actores que deben dejar de ser simples marionetas que se convierten en el personaje sino que el actor “debe apropiarse del conocimiento de la convivencia humana propia de su época, participando en la lucha de clases” (47, 1963), esto lo llama distanciamiento, que consiste en mantener al espectador fuera de la empatía a través de modelos que muestren que es una ficción lo que se presenta. Para este efecto Brecht propone la interrupción de la acción a través del uso de música en vivo, el uso de pancartas y mostrar teatro en el teatro, entre otras posibilidades.

Muy fiel a su ideal didáctico Brecht escribe obras ejemplificadoras. Dentro de este marco aparece la obra La excepción y la regla, la cual escrita en el año 1930 en Alemania, no es presentada hasta el año 1949 en París, esta distancia temporal entre la puesta en escena y la elaboración del texto es decido al exilio al que se vio obligado a tomar Brecht. La obra entra dentro del grupo de ejemplificación didáctica en el teatro.

La trama esencialmente es sobre un comerciante que debe hacer un viaje a Urga para conseguir un contrato de petróleo. En el viaje, que es también una metáfora de la carrera del hombre moderno por conseguir las riquezas que le ofrece el libre mercado, lo realiza el comerciante acompañado de un guía y un coolí, que es el encargado de llevar el equipaje. Toda la obra es finalmente una representación de las injusticias sociales y los abusos que permite el mercado de capitales.

El comerciante que es el dueño de todos los bienes materiales es movido por la ambición del dinero. El comerciante maneja su empresa a costa del sufrimiento y la explotación, la carrera a Urga es lo principal, así para lograr sus objetivos no permite que sus “empleados” duerman ni descansen. El lema con el que comienza su discurso es esclarecedor “El hombre débil se queda atrás y el fuerte llega primero” (116, 1964). La arenga es prueba de la deshumanización del modelo. La fortaleza como virtud está lejos de su concepto inicial.

El comerciante está enceguecido por su meta empresarial, por lo tanto el cansancio de sus acompañantes más que una muestra de la explotación de la que son víctimas, es para él un ejemplo de miseria y de desconsideración para con sus objetivos comerciales.

El petróleo que va a buscar el comerciante es para que llegue la modernidad a los espacios, la figura del tren como metáfora del movimiento y de la revolución tecnológica, es exactamente lo que destruirá la mano de obra de, por ejemplo el coolí. “Coolí: El comerciante dice siempre que hace un bien a la humanidad sacando el petróleo de la tierra, que si se hace salir el petróleo del suelo, habrá trenes y se extenderá el bienestar. Dice que aquí mismo habrá trenes. ¿De qué viviré yo entonces?” (118, 1964) Es la llegada de la revolución industrial, la destrucción y explotación de la mano de obra, los salarios y horarios desproporcionados, las injusticias, todo esto está claramente en el foco de la apelación del discurso de la obra.

Luego de una larga jornada de caminata los tres personajes se detiene a descansar, y en un atisbo de humanidad el comerciante decide compartir tabaco con el guía, el cual posteriormente comparte también con el coolí, este hecho para el comerciante es una prueba de traición e intento de truncar la empresa por lo que decide despedirlo. Con ese hecho le da su paga y se queda solo con el coolí, entra entonces el discurso sobre la legalidad del trabajo y el aprovechamiento del comerciante. Como el guía proviene de un sindicato su paga debe ser efectuada, pero el problema del coolí, su miedo más duro es que él no participa de uno por lo tanto no es seguro que se le cumpla el trato acordado anteriormente. Los derechos de los trabajadores aparecen respaldados por la institución del sindicato.

Luego el viaje lo continúan solos el comerciante y el coolí, el cual comienza a cantar “El camino a Urga es difícil, Mucho se padece yendo hacia Urga ¿Resistirán mis pies hasta Urga? Pero en Urga se cobra y se come” (122, 1964) la motivación del canto es salir del sufrimiento que le produce la explotación. Continúa “Mi mujer me espera en Urga. También mi hijo me espera en Urga. También…” (122, 1964) Tiene un futuro agradable, sin embargo este hecho no es comprendido por el comerciante, que ve la validez de un sujeto solo en base a sus pertenencias, y como todo lo que trasladan hasta Urga es de él, sospecha que lo que hace el coolí es tratar de llamar a los bandidos del desierto para que les roben todo. El que tiene pertenencias finalmente teme por la pérdida de ellas y desconfía de todo aquel que no lo tiene. Aparece la codicia como un adjetivo presente en aquel que acumula los bienes. La sospecha y la explotación serán producto de este hecho.

La caminata continúa hasta que llegan a un río, el cual en ese momento se encuentra muy alto, por lo que es peligroso cruzarlo, el coolí canta “He aquí el río. Cruzarlo es peligroso. En la orilla hay dos hombres. Uno lo cruza, el otro vacila. ¿Uno es valiente y el otro cobarde? Más allá del río, pasado el peligro, A uno lo espera un negocio. Con firmeza atraviesa la corriente, toma posesión de su propiedad Y se regala con comida fresca. Pero el otro pasado el peligro, Ha perdido el aliento y no atina a moverse. Un nuevo peligro acecha al desgraciado ¿Son valientes los dos? Juntos han conquistado al río, pero hay un solo vencedor. Tú y yo no es ahora lo mismo. La batalla la ganamos juntos, pero tu me vences a mí.” (124, 1964). El río es otra metáfora de la explotación, de cómo algunos reciben los grandes beneficios tras el trabajo de otros. La distribución no es equitativa, la desigualdad queda en eso.

A pesar de que el coolí está exhausto, el comerciante que está obsesionado con la efectividad de su empresa, lo amenaza con su revolver y lo hace cruzar el río mientras lo apunta en la espalda y canta “Así vence el hombre al río impetuoso. El hombre se vence a sí mismo, Para lograr el petróleo que la humanidad necesita” (125, 1964). La deshumanización llevada al extremo, el sentido del la empresa prima por sobre la integridad de los empleados, este mensaje se subentiende ante la amenaza desmedida, la denigración del individuo.

Tras cruzar el río el coolí se ha fracturado un brazo, y está armado la carpa mientras el comerciante lo mira, la psicosis de este último llega a tal punto que prefiere dormir lejos del coolí para que este no le robe su dinero, y además vuelve al discurso de optimización del trabajo a costa de la dignidad humana “¡Si se pudiera vivir sin dormir! De todos modos sería mejor estar en la carpa. Aquí, al aire libre, estoy expuesto a toda clase de enfermedades. ¿Qué enfermedad puede ser tan peligrosa como el hombre?” (126, 1964). Irónicamente el hombre más peligroso es exactamente el que pronuncia el monólogo, es precisamente el comerciante el que está cegado por su codicia.

Más adelante ambos personajes se pierden, y el coolí en un intento por darle agua al comerciante, provoca que el pánico de este último termine haciendo que le dispare y le provoque la muerte. El miedo al hombre lo hace matar.

Posteriormente se da paso al juicio donde se enfrenta el poder del comerciante frente a las intenciones del difunto coolí. Lo primero que se deja en claro es que el comerciante trataba mal al coolí, por lo tanto la posibilidad de que este quisiera matarlo eran probables según la lógica del juzgado. Las condiciones humanas y solidarias quedan fuera de la mirada de la legislación que también está corrompida por la deshumanización. El comerciante queda finalmente libre, es absuelto porque está por sobre las intenciones humanas. El mensaje final es más esclarecedor y didáctico todavía. “Así termina la historia de un viaje. Lo han oído y presenciado. Han visto lo habitual, lo que constantemente se repite. Y sin embargo les rogamos: Consideren extraño lo que no lo es. Tomen por inexplicable lo habitual. Siéntanse perplejos ante lo cotidiano. Traten de hallar un remedio frente al abuso. Pero no olviden que la regla es el abuso” (137, 1964).

El abuso sería la regla de este ejemplo del mundo deshumanizado, una obra que apela contra la destrucción, intenta levantar a la lucha por la igualdad. La sensibilidad de Brecht y la ruptura están de la mano, ya que él ve que lo que ha sucedido con la evolución de la sociedad es también producto de lo que se ha dicho durante años y años con el teatro clásico. Por lo tanto la negación del modelo clásico es también una crítica contra todos los modelos, es el pasado lo que ha llevado a que exactamente le regla sea el abuso. De una manera cuestionable porque el teatro sigue siendo para una elite, y además porque experimentalmente aun no se sabe si es que efectivamente se logra la movilización esperada con el método brechtiano, por sobre eso queda la intención humana y humanizante de esta obra. Tras ella aparece gigante la imagen de un Bertolt Brecht sensible a su época, iracundo por cambiar las injusticas, fervoroso combatiente del mundo donde el abuso es la regla.

Bibliografía

Brecht, Bertolt. Breviario de estética teatral. Ed. La Rosa Blindada; Buenos Aires, 1963.

Diez: parodia de la modernidad y cambio en el paradigma


Por Diego del Pozo

Miremos más. Miremos con todos los ojos, con todo el cuerpo, con toda la sangre. Algo ven los espectros. Miremos. Empiezo a ver. (Emar, 104)

Dentro del panorama de la literatura chilena e hispanoamericana la presencia de Juan Emar es la de un espectro nunca considerado, más bien ignorado. Su nombre resuena en algunas ocasiones, aparece en algunas antologías como la del cuento fantástico hispanoamericano del siglo XX de Oscar Hahn, ahí lo encontramos como un fantasista representado con el Pájaro Verde. Mérito para Hahn, sin embargo sin duda Juan Emar es mucho más que un cuentista fantástico.

Los últimos años, de los 90 en adelante, probablemente gracias a la publicación de Umbral por parte de Dibam el año 1996, la inclusión como el otro vanguardista además de Huidobro en Vanguardia en Chile el año 1998, y una serie de trabajos catedráticos de los últimos diez años, han hecho que Juan Emar esté nuevamente sobre el tapete, y que así tanto su obra como el personaje se estén de una buena vez posicionando como parte trascendental de la desconocida u opacada vanguardia en Chile.

El contexto en el que se genera la vanguardia es durante el cambio de un siglo que inmovilizó la mirada de la modernidad a uno que pagará sus resultados, me refiero a que la era moderna que se sustentaba en la Revolución Científica desarrollada a partir del siglo XVI, la cual hacía que el ser humano a través de la razón y del método experimental podía tener acceso a la Verdad absoluta, entraba en crisis.

La mirada moderna contribuyó a la fe imperiosa en las ciencias y derivados. El pensamiento moderno que estaba fundado en las reflexiones de Bacon, Newton, Descartes, gracias a los cuales la codificación de la realidad, con un aparente dominio de la verdad se trasladó incluso a las ciencias humanas, significativo es aquí la teoría atomista desarrollada por John Locke en el siglo XVII, la cual daba por hecho la existencia de leyes naturales que regían a la sociedad tal cual como funcionaban en la naturaleza, de ahí el término física social era inevitable. Está física social fue la semilla de la política y de la economía moderna. En el siglo XIX la teoría de la evolución de Darwin cambió el paradigma inamovible newtoniano por una posibilidad de movimiento, esto hizo que las grandes naciones de occidente se expandieran en pro de que los más poderosos tenían la obligación de imponerse sobre los más débiles para sobrevivir, esto conlleva a matanzas y como consecuencia al colonialismo europeo justificado. La hegemonía europea se extendía más allá de su continente y con ello se reforzaba la idea de progreso: la técnica y sobre todo la Razón eran las grandes triunfadoras.

El siglo XIX puede verse como el apogeo de una gran época, sin embargo la vida en las fábricas y el creciente malestar de gran parte de las urbes a fines del XIX se pueden ver también como una derrota para las instituciones políticas y económicas, la visión lineal del progreso finalmente era un fracaso. EL agotamiento de un sistema era inminente y el siglo XX comenzaba sobre los fundamentos de la modernidad, los cuales ya estaban en la categoría de dudosos. El estallido de la Primera Guerra Mundial fue el broche de horror de la modernidad acabada.

Con el cambio de siglo, la muerte de Dios promulgada por Nietzsche y su filosofía nihilista, y Freud sentando las bases de su psicoanálisis incorporando al mundo de los sueños como bases de la realidad, además de la crisis nacionalista que sufría Europa en base a sus colonias en el resto del mundo, hacían que toda la sociedad occidental entrara a una época reflectiva de un desgaste insostenible por parte del método moderno.

Dentro de este contexto se desarrolla también un cambio en el paradigma artístico, y solo algunos de los pertenecientes a la época fueron capaces de dar cuenta de este método obsoleto y dar el quiebre, es aquí dónde nace la vanguardia y aquí también dónde se ubica la obra de Juan Emar.

Pintor y crítico de arte en el momento en que este se estaba regenerando, Juan Emar fue un artista lleno de una visión de porvenir, único en su estilo y en su literatura nunca valorado como se debía, sino por el contrario más bien ignorado, toda su figura está cargada de una gran incógnita que no deja ver dónde anduvo, dónde publicó, qué publicó y para qué lo publicó si nadie lo leía o lo apoyaba.

Juan Emar nació en Santiago de Chile el 13 de Noviembre de 1893, su nombre para ese entonces era Álvaro Yáñez Bianchi. Cursó sus estudios primarios en el Instituto Nacional, formación que complementó con una estadía de tres meses en un internado suizo en 1912. Una vez fuera de la educación primaria, su padre, Eliodoro Yáñez Ponce de León, senador de la república, quería que siguiera su carrera en la abogacía, sin embargo el joven Emar se opuso tajantemente alegando su afición a la pintura, y definitivamente declarándose como dice en una carta a su hermana “yo soy pintor”. En los años de la Primera Guerra Mundial viaja reiteradas ocasiones a Europa, teniendo como destino predilecto a París, aunque también visitó Roma y Londres. Tomó clases de pintura con José Backhaus y debido a sus fuertes inquietudes estéticas e intelectuales, no tardó en entender la gestación de un nuevo paradigma artístico que en la capital francesa se desarrollaba.

En 1916 contrae matrimonio con su prima Herminia Yánez, pero no es hasta 1919 que decide establecerse con ella en París. El matrimonio terminaría separándose definitivamente solo un tiempo después. Mientras tanto que su vida marital se acababa, sus inquietudes solo seguían fortaleciéndose, comenzó a frecuentar el barrio bohemio Montparnasse, donde participaba de muchas tertulias intelectuales hasta altas horas de la madrugada.

Entró a la escena nacional junto al grupo procedente precisamente de esas tertulias, al cual llamó Montparnasse, formado también por Henriette Petit, José Perotti, Luís Vargas Rosas, Manuel Ortiz de Zárate y Julio Ortiz de Zárate. Este grupo de intelectuales es considerada la primera pulsión que llevó a la renovación de la plástica nacional en la década del veinte.

Con esta estadía en Europa Emar comprendió la neovisión artística que inundó a la larga su obra. Desde el diario La Nación, que en ese momento pertenecía a su padre, desarrolló las llamadas Notas de Arte (1923-1925) lugar desde el cual el escritor se levantaba contra el criollismo reinante en Chile a comienzos de los veinte “Alguien me dijo que en Sudamérica no había aún una vida bastante potente y definida como para crear un arte correspondiente. Puede ser. Por lo demás, no hablo aquí de un arte colosal. En todo caso, Sudamérica existe. Que los que han viajado recuerden la sensación al tocar –de regreso de Europa- el primer puerto brasileño. Es otro mundo. Allí se siente como un abismo se abre de pronto. Cambian los valores. Lo que allá considerábase esencial, para aquí a ser secundario; lo que allá era secundario se hace esencial. Es una especie de terremoto, una pérdida del equilibrio que a veces tarda mucho en volverse a encontrar. Se siente otra raza, otro ideal y sobre todo otro destino. Sin embargo, en las expresiones de arte se siente como la vergüenza del continente, vergüenza o ignorancia, y cada artista parece mostrar su obra con un picaresco orgullo, como diciendo: “vez Ud., cómo nosotros sabemos hacer tan bien como ellos…”

Démelo por aceptado: saben hacer tan bien como…

Desgraciadamente en arte no se trata de hacer “como”, sino de hacer, simplemente.” (Lizama, 1992)

A través de numerosos manifiestos o llamados de atención al medio nacional, se fue configurando la ruta hacia la mirada vanguardista que el mismo Emar encabezaba. Luego de esta impetuosa irrupción con sus Escritos sobre Arte, el autor desapareció del espacio público por casi diez años.

En 1927 el gobierno de Ibáñez del Campo exilia a don Eliodoro Yánez y expropia el diario La Nación. En Europa Juan Emar participa activamente de la respuesta intelectual hacia la realidad chilena, sin dejar de lado el círculo intelectual parisino donde destacan autores como Luís Buñuel, Antonin Artaud, Tristán Tzara, Luís Vargas Rosas, Paul Eluard, Man Ray y nada menos que Vicente Huidobro. En 1930 visita Chile y contrae matrimonio con la que sería su segunda señora Gabriela Rivadeneria, con la cual luego de vivir unos meses en París regresa a Chile para volcarse completamente en lo que sería una irrupción monumental. Algo de esto estaba en su obra de 1923 y 1924 llamada Cavilaciones sobre esta Alejandro Zambra comenta “Cavilaciones deja en claro que todo el problema del escritor surge en su negación a aceptar la supuesta naturalidad del mundo, a la terquedad que supone no eludir las preguntas fundamentales. Es decir, la prolongación infinita de un momento en que existe la duda aparecen dos posibilidades de vida: “La una de luz, la otra de tinieblas. Desde ese punto, pues, se va hacia la creación o hacia el total aniquilamiento” […] La escritura es en Emar, la elección de una manera de relacionarse con un mundo cuya naturalidad no puede ni podrá ser aceptada, un mundo que se aparece más como un problema que como un escenario.” (Zambra, 1997). Vemos que ya en esta obra la visión de Emar está trasladada a un lugar donde la percepción vital es bivalente, dónde no es posible aceptar a buenas y primeras, una mirada polarizada donde se va hacia la luz o las tinieblas hacia la creación o el aniquilamiento, plantea la gran duda de cómo percibir la realidad y más allá de cómo representarla. Es el descontento con un marco moderno establecido.

Ya en Chile la década del 30 sería significativa sobretodo para su literatura, en 1935 publica tres libros de manera simultánea: Miltín 1934, Ayer y Un año. La crítica no supo enfrentarse a este maremoto intelectual, y no logró apresarlo haciendo que las publicaciones solo tuvieran como respuesta relevante la actitud de algunos poetas amigos de Emar. Ante el silencio de la crítica el escritor siguió concentrado en su producción literaria hasta que en 1937 publica el conjunto de relatos, que dará pie al análisis de esta investigación, Diez, una vez más Emar sintió la indiferencia de la crítica. De ahí en adelante su vida literaria estaría dedicada a su obra maestra, donde carga su visión fragmentada, la cual nunca logró publicar en vida y que lo siguió en sus estadías en Santiago, Cannes y finalmente Quintrilpe, su ruptura con Gabriela, la vida con su amante francesa Pèpéche y en su dolor tras la muerte de Vicente Huidobro. Alternadamente continuó con su producción pictórica hasta la exposición de cien obras suyas en una casa de antigüedades que tenía a cargo en Francia. Luego de eso abandonaría definitivamente la pintura. Quedaría recluido al trabajo de su más grande obra que llegó a tener más de cinco mil páginas: Umbral, muere en 1964.

Juan Emar aparece entonces como un autor comprometido completamente con la causa artística, de una lucidez y crítica envidiable, un genio que como muchos otros no fue comprendido, en este caso leído correctamente, lo cual lo mantuvo en el completo margen del anonimato, y que logró culminar con su relegación del espacio social y cultural. Relegación desde donde expone en su obra a su genialidad que los nuevos lectores deben revivir y exaltar, para comprobar que su paso por la existencia marcó una visión clara sobre aquel buscado fin del arte por el arte.

En 1937, como se mencionó en la introducción, Juan Emar publica su conjunto de relatos llamado Diez, lo que no se dijo entonces es que en 1971, prologado nada menos que por Pablo Neruda se reeditaría esta obra; ahí el propio Neruda definiría a nuestro autor en cuestión como “un ocioso que trabajó toda su vida” (Emar, 1971), lo compara también con Kafka, solo que el checo solo sería conocido en occidente casi veinte años después de que Emar escribiera. El verdadero anti-novelista en este caso sería el chileno, aunque sin duda ambos autores habrían tenido algo que decirse sobre sus poéticas literarias, sobre todo por la ruptura sobre géneros que tan presente está en sus obras.

En Diez Emar hace ahínco en la crítica tan característica del pensamiento que reina en la vanguardia, el quiebre es también fruto de un descontento y un agotamiento del espacio real, la mimesis y la verosimilitud eran insuficientes, es ahí donde surge la parodia de Juan Emar, la utilización de métodos ya obsoletos para comprobar su inutilidad es lo que está presente en toda su obra y particularmente en Diez.

Todo texto es el entramado de textos anteriores, el dialogismo con géneros literarios es un recurso muy utilizado en la época posmoderna. El teórico ruso Mijail Bajtin sostiene que la literatura es un arte polifónico, un entramado de voces en constante choque. El ruso a partir de esto plantea la asimilación, donde en base al grado de aceptación y presencia directa haya en un discurso de otro discurso anterior la asimilación aumenta o disminuye su grado de propiedad y diálogo ajeno; estas categorías pueden ser de seis tipos diferentes: imitación, estilización, variación, hibridación, parodización y polémica. En su libro Problemas de la poética de Dostoievski, Bajtin define que lo importante de estas relaciones es “bajo qué ángulo dialógico se confrontan o contraponen en la obra” (Bajtin, 254), para él el rasgo conversacional entre estas voces está por sobre los estudios meramente lingüísticos, de hecho los ubica como parte del área de estudio de la translingüística, materia que se encargaría de las sucesos superiores a la ciencia de los signos. En esta materia translingüística cabe la parodia, a la cual define como “un discurso muy variado. Se puede parodiar un estilo ajeno en tanto que estilo, se puede parodiar la manera socialmente típica o la caracterológica e individualmente ajena de ver, pensar y hablar, luego, la parodia puede ser más o menos profunda; se pueden parodiar tan solo formas verbales superficiales así como los mismo principios profundos de la palabra ajena. Además el mismo discurso paródico puede ser utilizado de diferentes maneras por el autor; la parodia puede ser el fin en sí misma (por ejemplo, la parodia literaria como género), pero también puede servir al logro de otros propósitos positivos (por ejemplo, el estilo paródico en Ariosto y en Pushkin). Sin embargo, a pesar de todas las variaciones posibles de la palabra paródica, la relación entre el propósito del autor y la finalidad ajena sigue siendo la misma: estos propósitos están orientados de un modo distinto, a diferencias de la finalidades unidireccionales de la estilización, del relato del narrador y de formas análogas.” (Bajtin, 270-271).

Otro aspecto importante de la parodia es la risa, sobre esto Bajtin define que “el concepto de cultura de la risa representa toda una teoría de la cultura; la risa es un instrumento de la sátira y la parodia, desmitifica, desconstruye, opera una inversión de la imagen oficial del mundo” (Zavala, 69).

Tanto la risa como la parodia son un método de desautorizar. Y esto en Diez está presente desde su título como un número representativo de un conjunto cerrado, diez son los dedos de las manos, diez son los primeros números que se aprenden, diez es el primer paso en el mundo científico, diez es la raíz inicial para comenzar esta gran burla de la realidad agotada.

La estructura de Diez es de diez cuentos, separados en cuatro secciones, la primera: cuatro animales, la segunda: tres mujeres, la tercera: dos sitios y la cuarta: un vicio. Con esta estructura Emar se burla del ordenamiento científico que categoriza y hace parecer de manera lógica una cierta forma de codificar la realidad. Es decir Emar realiza una parodia del método mediante la cual logra burlarse y a la vez desarrolla el absurdo de estas categorías. Su clasificación es de animales, mujeres, sitios y vicios, esa es su mirada lógica de la realidad.

El primer cuento de la sección cuatro animales es El pájaro verde, en él la parodia comienza inmediatamente, la forma de clasificar a los sabios, que no gratuitamente son sabios, es una forma en que se burla del método exacto: “treinta y seis sabios –tal era su número-, en seis piraguas de seis sabios cada una, se internaban río adentro”(Emar, 11) iban los treinta y seis sabios en busca de especies y eso al narrador no le importa porque la historia trascendental es la del loro descubierto por un sabio más de esos, el uso de fechas es reírse también de ese tiempo clasificado y cristalizado por la ciencia física “1º de enero de 1850”(Emar, 11). El sabio Monsieur le Docteur Guy de la Crotale de 52 años de edad (continúa la clasificación paródica) es el que interesa al narrador, pero no por su historia sino por su descubrimiento, un loro significativo para lo que dirá más adelante, por ahora la burla sigue, el sabio se lleva al que encuentra en el amazonas para clasificarlo como una nueva especie, sin embargo el sabio muere y su nieto pintor lo quiere retratar (al loro no al sabio), pero mientras lo tiene inmovilizado el loro muere, para efectos de la pintura el pintor llamado Henry Guy de la Crotale lo embalsama, lo cual es una metáfora también de lo que intenta hacer la modernidad clasificando e inmovilizando por medio del método científico aquello inclasificable como lo es la realidad, cómo Emar se opone a eso describe como el loro antes de ser embalsamado había vivido científicamente 85 años, 3 meses y 11 días, sin embargo el transcurso de ahí en adelante comienza a llenarse de fantasía cosa de mostrar una realidad alternativa que se enfrenta y se ría del método moderno, ya que la verdadera historia es a partir de la muerte del loro. Por un lado la relación entre el narrador y el loro es circunstancial, un tango entre amigos que van de juerga por parís tiene como verso yo he visto un pájaro verde, y mientras los jóvenes flâneurs pasean por París encuentran en una tienda de antigüedades a loro verde embalsamado, lo compran y se lo regalan al narrador, gracias al azar llega a sus manos, una vez más no hay lógica que explique el suceso. Un vez en manos del narrador, el loro y él se trasladan a Chile, al lugar desde donde se narra – 12 de Junio de 1934- dato que técnicamente no importa dentro de al narración. El autor está en su escritorio cuando irrumpe su tío que al saber como consiguió al espécimen, alega contra él pronunciando un –Infame bicho- acto seguido comienza la situación alucinatoria onírica, el loro vuela y le saca los ojos al Tío, que no quiere aceptar la realidad del escritor, luego a picotazos, lo mata. El narrador le habla y el loro tal cual El cuervo de Poe le responde. El asesinato es parte de un mundo irracional e ilógico, sin explicación moderna.

En el cuento siguiente Maldito gato la narración es también fechada – 12 de febrero de 1919- dato real, el narrador sale a cabalgar en una mañana hermosa, la situación está técnicamente descrita hasta que la velocidad de la cabalgata comienza a mezclarse con la temperatura, y ambas variables físicas se transforman en una simbiótica relación emotiva, el olor es descrito como un espacio suprasensible y la clasificación de estas variables se vuelve una vez más una parodia de la lógica:

“A) Alameda de algarrobos: olores útiles,

B) Camino público: olores humanos,

C) Sendero de arrayanes: olores silvestres,

D) Potrero final: olor a alfalfa.” (Emar, 28)

La realidad propuesta por Emar es emotiva y no es partícipe de la clasificación práctica racional.

El olor y el tiempo en Maldito gato que son variables sensibles son percibidas como realidades suprasensibles, un espacio fuera de la racional codificación de la modernidad. El olor conecta la linealidad temporal.

Tras el paseo en cabalgata el narrador llega a un embudo de grades dimensiones, donde en la abertura más grande se encuentra él, y en el fin del embudo está un gato con una pulga sobre él. La conexión entre los tres es superior una vez más a la sensible, y solo va quedando la afirmación de que al final del viaje se encontrará lo ilógico que dentro de la representación es lo real.

El perro amaestrado es el relato siguiente de la serie de los animales, aquí tres personajes: Desiderio Longotoma, Baldomero Lonquimay y el narrador junto al perro del primero llamado Pitucuti esperan escondidos a que pasen los caminantes y el perro que está amaestrado muerde al transeúnte número dieciséis, cual es la lógica de este adiestramiento, ninguna. Efectivamente esa es la metáfora del cuento, no hay lógica en el adiestramiento, los únicos afectados con este método son los seres comunes y corrientes, y a la vez impersonales como puede ser un número dieciséis. El adiestramiento del perro es el de cualquier hombre moderno. Al narrador esta frialdad del adiestramiento le duele, el hecho de que se desarrolle una enseñanza idiotizante que no permite discernir lo deja sin emotividad. Recurre finalmente a lo más carnal para simbolizar la vuelta a lo humano; solo con el sexo de otra mujer logra volver a sentir “Entonces el barrio todo, al revolverse con ella, rebotó en mi sexo.

¡Había vuelto a sentir!” (Emar, 79)

El último de la serie clasificada como de los animales es El unicornio, el más guiado a lo absurdo y prueba máxima de lo ilógico de lo lógico en la poética emariana: Desiderio Longotoma ofrece recompensa al que recupere sus ideas, estas han sido extraviadas en un lugar geográficamente ubicable, los resultados son que doce personas le llevan algo pesando que son sus ideas extraviadas:

“La primera tenía: un frasquito lleno de arena;

La segunda: un lagarto vivo;

La tercera: un viejo paraguas de cacha de marfil;

La cuarta: un par de criadillas crudas;

La quinta: una flor;

La sexta: una barba postiza;

La séptima: un microscopio;

La octava: una pluma de gallineta;

La novena: una copa de perfumes;

La décima: una mariposa;

La undécima: su propio hijo; (Emar, 80)

Además de eso el narrador le lleva a Desiderio un molar de vaca. Con esto se configura la manera de ordenar las ideas, el ilogismo, el absurdo, la parodia del método racional es cada vez más clara, el inconsciente está configurado por el azar, y todos los personajes van en búsqueda de eso. De ahí en adelante la narración adentra en el espacio irracional de las ideas, parece una narración automática pretendida por lo surrealistas.

Luego de que Desiderio recupera sus ideas, decide que quiere vivir a la sombra de los cuernos de la infidelidad, por lo que se quiere casar. En esto ve la polaridad de que la sombra de la infidelidad son los cuernos que produce el infiel, de este modo le dice al narrador que él daría como sombra el cuerno de un unicornio. Motivado por esto va en búsqueda de un unicornio a Etiopía en una travesía en barco, ahí encuentra al unicornio, al cual mata y le roba el cuerno, el viaje de vuelta lo hace en submarino. Tanto en las sombras de la infidelidad como en el viaje por arriba del mar como por debajo luego se ve la dualidad de mundo que trata de exponer Emar, la fantasía y lo real, uno como reflejo de la otra, el mismo concepto que tanto utilizaría Julio Cortázar tiempo después. Además de la relación con Cortázar, el ordenamiento de las ideas hace eco en los cuestionamientos de Borges sobre el orden racional de las cosas, en este caso de las ideas, pero también está el ordenamiento de los cuatro animales seleccionados, que ha rato podrían entrar perfectamente en el manual de zoología fantástica de Borges. Ideas que en los escritores de vanguardia se comparten, solo hago esta detención en el análisis para revalorar el hecho de la poca importancia que se le ha dado a Emar en comparación a estos otros dos autores que poseen la misma genialidad crítica.

El análisis continúa: El viaje por submarino se detiene cuando se topan con el Caleuche, barco perteneciente a la mitología de Chile, pero que solo es visto a través de un catalejos, aquí Emar ironiza por un lado con la necesidad de un artefacto moderno para percibir la irrealidad, entonces no es logrado, y la discusión que mantiene el narrador con el primer ingeniero del submarino sobre los muertos que están sobre el Caleuche y qué sexo tienen, termina la discusión con una frase muy decidora sobre la crítica a la visión limitada de la razón “- El señor ingeniero sabe mucho, una enormidad, respecto de la relación de tiempo y distancia entre el Caleuche y sus embarcaciones, pero en lo que se refiere al sexo de los cadáveres que tripulan estas últimas, créame usted, es un perfecto ignorante.” (Emar, 87)

Una vez más el sexo es visto como una condición humana inalcanzable por la visión técnica moderna, la pasión incontrolable está fuera de la magnitud del campo racional, que tal como el ingeniero del cuento, puede saber mucho, pero en algunas materias es un ignorante, que de lo que más peca en su ignorancia es en la confianza absoluta en la Razón.

La narración continúa con el juego de realidades donde el narrador al llegar a su casa finge ser un asaltante de sí mismo, por lo que termina defendiéndose de sí mismo, y asesinando al otro que es él. Luego se visita en el cementerio y cambia la cruz sobre su tumba por una escultura que ha hurtado. Es el rechazo a la tradición eclesiástica y a las creencias religiosas.

Finalmente se narra sobre un personaje llamado Cirillo Collico, el cual es un detective que emula a Dupin de Edgar Allan Poe en La Carta Robada, ya que utiliza los mismo recursos para descubrir un fraude, la mirada, solo que acá en la narración de Emar, Collico descubre el fraude de la muerte del narrador y a través de una carta (gira el sentido de la carta en relación a Poe) lo cita para que concurra donde su padre a ver el interior de un sombrero de copa, el absurdo ya comienza a mezclarse categóricamente con lo onírico-alucinatorio de la narración, una vez ahí el narrador descubre que en el interior del sombrero hay un escudo de Inglaterra, el cual contiene por un lado a un León por el otro a un Unicornio, otra vez la bipolaridad de la realidad.

La utilización de referencias de géneros policiales es porque este es el género por excelencia de la modernidad, la racionalidad de Auguste Dupin es la imagen más clara de la esperanza de una modernidad con sus bases racionales, sin embargo dentro de este contexto paródico lo único que hace Emar es servirse de esta presencia para desautorizarla.

La categoría animales termina con la seguidilla de rupturas en base a la modernidad reafirmándose desde este aspecto literario. Dentro de la des-estructura del conjunto de relatos se da paso a la sección Tres mujeres. El primero es Papusa toda la narración está condicionada por la mirada del narrador dentro de un ópalo, el argumento sucede en un espacio lejano que desde el lugar del escritor está determinado, se introduce así una visión cubista donde se fragmenta la realidad, una característica vanguardista que toma más peso a partir de este relato. Los hechos ocurren según como el narrador los ve, y ni él ni el lector tienen acceso completo a ellos. Belcebú es el ópalo que recibió el narrador de mano de su padre en el momento de morir. Belcebú es una especie de Aleph borgiano, donde se desarrolla toda una realidad paralela, es en el reflejo de esta gema donde ocurre todo, una realidad reflectada. Cuando el narrador dirige su vista hacia ella comienza la narración de la realidad. Un fraile libera a la mujer que da el título al cuento, Papusa. Zar Palemón es aquel que domina el espacio dentro de Belcebú, por él los espectro de la gema no avanzan, sus espectros no avanzan porque tiene miedo, es probablemente una alegoría emariana sobre la realidad moderna donde los espectros que son los hombres modernos no logran avanzar porque su realidad condicionada por el Zar les da miedo. Es un grito a la valentía la arenga que propone Emar. Papusa está libre del miedo impuesto por Zar Palemón “Piensa ahora lo que ella representa, lo que puede llegar a representar en el vasto Imperio: un ser ya sin asidero en las ideas… ¡el comienzo de la liberación!”(Emar, 108). El llamado finalmente no tiene efecto y la necesidad de Emar sobre Papusa, la búsqueda en su liberación no se logra, el llamado a la libertad dentro del ópalo no se logra, Papusa se mantiene aferrada al dominio del Zar Palemón, la mujer dentro del mundo moderno no logra salir, porque tiene miedo porque no escucha al autor. La potencialidad en Papusa porque está conectada libremente con su sexualidad, finalmente no es concretada.

El sexo aparece una vez más como el vínculo entre la prisión moderna y la vuelta a la libertad posmoderna, la parodia sobre la prisión racional es en el ejemplo del instinto donde deposita su esperanza.

El relato siguiente es Chuchezuma, aquí la relación con el modelo policial está también presente. El escenario son las calles de París al igual que los son los espacios ocupados por E.A. Poe, Chuchezuma aparece como una mujer fatal a la cual el narrador persigue.

A partir de una llamada de Luís Vargas Rosas para que visite su taller de pintura, el narrador sale a caminar por las calles parisinas, por coincidencia se encuentra con Chuchezuma (nombre que le da el narrador), la cual es heredera de Monctezuma, “Pelo castaño claro, tez blanca, ojos verdes […] tiene diecisiete años” (Emar, 112) se siguen por coincidencia, deciden verse y acompañarse, ahí descubre que Chuchezuma puede leer su mente, el espacio íntimo es revelado por una explicación inexistente, describe a dos animales más para su propio manual de zoología fantástico: El lobo garú y el vampiro, ninguno de ellos es de la raza de Chuchezuma en todo caso, el narrador decide regresar a su departamento donde tiene un encuentro con su hermano; ahí la cantidad de divanes es desproporcionada en relación con la realidad posible, la intención es llenar de vacas y divanes todo, el absurdo alucinatorio aparece otra vez como el espacio narrativo. Tras un impulso decide salir a buscar a Chuchezuma, la encuentra en un bar y concuerdan una cita, al abandonarse el narrador decide adelantar al cita y seguirla, la persigue hasta que la encuentra. Finalmente pasan la noche juntos en una casa dónde el narrador describe una sensación similar a la de Raskolnikov antes de cometer el asesinato, es decir el estado es delirante. El azar es la presencia de Chuchezuma, la felicidad que alcanza el narrador innominado es fruto de la coincidencia y gracias a esto la puede aceptar. Chuchezuma le muestra la libertad del azar y esa es el espacio no controlable por aquel discurso moderno tan desarticulado dentro del relato.

Pibesa es un relato de características policiales, es la visión posmoderna de este, la Verdad no existe como tal. El narrador en primera persona junto con Pibesa son fruto de la pasión, modelo que se opone para Emar al discurso racional, el espacio es el del racionalista Dupin, las calles de París, luego de un constante juego de abrazos y liberaciones eróticas, dan con un pasaje donde está el hombre-doble del narrador, este descarga su arma con ellos y los hiere; un crimen en parís, sin embargo el espacio racional con sus balas no los logra herir y a pesar de que es tensionado el espacio se resuelve con que tanto Pibesa como el narrador huyen de ese lugar perteneciente al racionalismo, el crimen no ocurre como un enigma por descifrar, es solo un espacio metafórico del cual Emar quiere huir. En la narrativa de Poe se necesitaría un motivo, un asesino, un muerto, un misterio y las pruebas que deben resolverse para restablecer el orden racional, en cambio la realidad narrativa de Emar no da pie para un crimen, no hay razón que penetre este sistema posmoderno, la parodia es cómo se sirve del modelo y lo deja inútil ya que todo es truncado. Lo mas gráfico es la huida eterna a la que se entrega finalmente el narrador y Pibesa, el escape y el rechazo del lugar de la racionalidad.

Luego de la sección mujeres da pie la de los Dos Sitios: el primero es El Hotel Mac Quice. El narrador y su mujer se dirigen a un hotel, el espacio sin propiedad, la relación de dónde se está comienza en la ruptura con que el hotel vendría a ser un no-espacio en ese sentido. Una vez en el destino se dan cuenta de que han olvidado de algunas cosas, la importancia se le da a lo que la memoria a dejado atrás, entonces se inicia un lista detallada al mas estilo cientificista de todo lo olvidado, aquí la burla está cargada de sentido del humor también, lo olvidado es también lo que aparecerá en el momento, el juego con el olvido es el de lo que se podría necesitar, el condicional es lo fundamental de la burla “Todo eso habíamos olvidado. No me sentí con fuerzas para recoger tanta cosa, sobre todo porque me asaltó la idea que, a medida que fuese recogiendo, nuevos olvidos se irían presentando a mi vista. Y bien podría ser que fuese asunto de nunca terminar.”(Emar, 146) el absoluto de la memoria, como un espacio al cual no penetra la razón, el cubículo del inconsciente incomprendido es nuevamente un lugar que pone en tensión con la mirada posmoderna.

Tras el regreso al encuentro con su mujer el narrador se ve solo y abandonado por ella, sentado en un bando espera hasta que pasa un hombre. Decide seguirlo y ahí empieza la realidad paralela (cortaziana) el otro que sigue es él, la persecución los lleva hasta el Hotel Mac Quice una vez más la descripción pretende emular el método racional, solo que ahora va en búsqueda de una configuración inexistente, en búsqueda de una nueva estética urbana, pero este hotel no es configurable a través del método descriptivo por lo tanto no puede participar de la nueva estética. Llegan luego al Hotel O´connor, el paralelismo entre el hombre seguido, el narrador, el Hotel O´connor y el Hotel Mac Quice, componen esta realidad que se mantiene por el espejo. El postulado presente en Cavilaciones es llevado a la práctica en este cuento sobre la alteridad de cada uno, la realidad bivalente es la configurada de manera que solo se entiende una existencia en base a su fragmentación.

En el otro sitio El fundo “la cantera” la idea está en que la vida es absurda y esta realidad no puede explicarse desde la razón. La narración está fragmentada en diez capítulos, retomamos la numerología inicial, la burla al método desde lo más básico.

Desiderio Longotoma, Julián Ocoa y el narrador se encuentran en la cantera, intentando burlar a lo práctico por medio de un método colectivamente aceptado como racional, deciden caminaren línea recta desde el punto de partida donde topan sus hombros, con una separación de 30º para explicar una molestia, el motivo es absurdo por lo tanto el resultado también lo será. Luego de la caminata idéntica de cada personaje se enfrentan independientemente a una ruma de ladrillos, una escala de tijeras y un peral, el absurdo es el resultado del método idéntico y matemático que realizan. Su racionalidad es lo que los lleva al error. Una vez frente a cada uno de los destinos cada uno quiere regresar de manera práctica al lugar donde sentían la molestia, sin embargo el método que utilizan los lleva al error entonces recitan independientemente “1,2,3,4,5,6,7-7,6,5,4,3,2,1”, “do, re, mi, fa, sol, la, si, do- do, si, la, sol, fa, mi, re, do” y “A, B, C, D, E, F, G- G, F, D, E, C, B, A”, el discurso de los números, el de las notas musicales y el de las letras son unidos como métodos arbitrarios que a pesar de que sean reiniciados o volcados en su orden no logran reestablecer el estado placentero que ellos buscan, sino por el contrario “Ocoa fallece; Longotoma queda con Valdepinos, quien ha llegado a los funerales, ordenando el espacio, y el personaje Emar, en cambio, comienza a desprenderse de sí mismo y su existencia pasa como un relámpago, entrando en un mundo que podría ser el astral al estar soñando: aquí una secuencia que lejos de liberarlo, amenaza con hacerlo desaparecer frente a dos damitas de cera. Finalmente logra escapar “recogiendo con ambas manos mi sangre hacia adentro, anteponiendo la piel al ambiente, hasta que llegué al borde de aquella noche del fundo de “La Cantera”. Al asomarse, ve como se suceden las noches y los días, ve el sol y la luna que “seguían su misión con todos los hombres dentro, con todas sus miserias, sus buenas dichas y sus cadáveres”. Intenta volver al mundo del cual ha tratado de escapar” (Traverso, 151), finalmente el personaje Emar cae en el mundo bajo las leyes naturales indescifrables, la continuidad está dada por algo incomprensible. La burla al método termina cuando en el capítulo X se vuelve a la descripción experimental dando los datos detallados de “La Cantera” que en el relato ha jugado como alegoría de la vida en el espacio natural.

Finalmente el último relato se refiere a la sección de Un Vicio y es El vicio del alcohol en él Emar reafirma la idea de que no es posible la arbitrariedad, y que la memoria funciona, al igual que las ideas, de manera fragmentada y absurda. Toda la historia ocurre en el tiempo que se escucha el grito de goce de una mujer ronca. En él une de manera automática, al mayor estilo surrealista, a unas muchachas desnudas atadas con gruesas cadenas, a obispos vestidos de verde pantano y finalmente a diez botellas de alcohol ordenadas en filas idénticas según el grado alcohólico, partiendo por cerveza, luego vino, luego, pisco, luego whisky y finalmente alcohol puro. Las botellas van aumentando su tamaño a medida que aumenta el grado alcohólico “porque el alcohólico necesita cada vez más alcohol y mayor cantidad” la racionalidad es excepcional. Luego una rosa que sería la Belleza está bajo una tarántula peluda que es finalmente el verdadero lado de la vida, el lado desagradable y feo, la Belleza de lo feo, la nueva mirada del arte, la vida real. Rompe el principio de la moral del alcohólico y va tomando tragos del más fuerte al más pequeño, mientras va llorando por aquellos que están más lejos de la lucidez, hasta terminar llorando por los minerales que son los más apartados de lo humano. Finalmente llega Pibesa a la cual amarra y azota para que todos puedan escuchar el grito de una mujer ronca gozando, es el llamado alegórico para que todos despierten y vean de una vez como la vida se presenta de manera imposible de codificar. Este último relato cierra de manera magistral, con la misma burla y parodia de todos los anteriores la gran crítica perteneciente a la ruptura y denuncia del modelo racional moderno.

De modo de conclusión, más bien una reflexión final. Todo lo analizado anteriormente solo tiene como objetivo posicionar a Juan Emar en el lugar que le pertenece de la literatura chilena e hispanoamericana. A manera de tributo me atrevo a decir que nada tiene Emar que envidiarle a Huidobro, Borges o incluso Cortázar, su literatura está colmada de contenido e intelectualidad, además de una cuota de humor que hace más legible su mirada posmoderna denunciatoria.

La ruptura con el método científico está en función de revalorar el arte lo cual anuncia una sensibilidad superior por parte de este autor-escritor-pintor. La arbitrariedad impuesta por la historia se acaba con Emar, la visión estrecha impuesta por la ciencia moderna es destruida por el universo ilimitado de las vanguardias, y en este caso de las posibilidades entregadas por su literatura. Si conectamos esto último con el discurso sobre la memoria, es posible ligarlo también con la imaginación y darnos cuenta que la propuesta de Emar es que el mundo interior del artista (y obligatoriamente del receptor)[1] debe estar dispuesto a jugar con el absurdo y lo absoluto, aquellos espacios que solo son naturales dentro de la mente.

El rechazo a las respuestas modernas son en primer lugar la demostración más práctica de la valentía de un hombre que lucha contra el discurso hegemónico, y por otro lado la necesidad de una sensibilidad incontrolable que ve la realidad y no la acepta como la ve, sino que hurga en ella en busca de respuestas que no existen, consciente de su inexistencia, pero así y todo dispuesto a comprobar que cualquier verdad está cada vez más lejos de serlo.

El discurso intelectual que es postulado sería frío como el de Borges sino fuera por la gran carga paródica y de humor que dentro de la obra de Emar es posible encontrar, la forma en que retoma los temas de la modernidad y se burla de ellos es también una demostración genial de su inteligencia en el trato de las estructuras que destruye.

Finalmente solo se puede afirmar que la consecuencia presente en la vida de Juan Emar, que a pesar de ser negado por la crítica o el vulgo lector, la dedicación para llevar a cabo obras como Umbral si el interés de mostrarlas es sin duda reflejo de un discurso que debía quedar para la posteridad. De este modo es hora de que se comience a revivir al quizás más representativo y lúcido autor de la vanguardia chilena.

- Bajtin, Mijail. Problemas de la poética de Dostoievski. Fondo de Cultura Económica; México, 1993.

- Emar, Juan. Diez. Editorial Universitaria; Santiago de Chile, 1971

- Fernández Pérez, José Luís. Vanguardia Chilena. Santillana; Santiago de Chile, 1998.

- Lizama, Patricio (comp.). Jean Emar, escritos de arte (1923-1925). Ed. de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos; Santiago, 1992.

- Traverso, Soledad. Juan Emar: la angustia de vivir con el dedo de Dios en la nuca. Red Internacional del Libro; Santiago de Chile, 1999.

- Varios autores. Antología del cuento fantástico hispanoamericano del siglo XX. Selección, prólogo y notas, Oscar Hahn. Universitaria; Santiago de Chile, 2003.

- Zavala, Iris M. La posmodernidad y Mijail Bajtin una poética dialógica. Austral; España, 1991.

Subalternidad


Por Diego del Pozo

En la novela La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo ronda constantemente un nihilismo por la vida, tanto por parte del narrador como de los sicarios. La violencia y el trato con las armas es visto de manera tan natural, que el día a día se convierte en un constante sobrevivir más que vivir meramente. De esta manera la realidad literaria expresada configura un mundo donde la felicidad es algo superficial, la carencia de utopías y de un atisbo de proyección temporal, siquiera la existencia de planificaciones personales, convierten al Medellín descrito por Vallejo en una especia de infierno sepulcral, un gran cementerio donde todos morirán a corto plazo.

A pesar de que esta violencia a disminuido desde que los jefes del narcotráfico fueron apresados o asesinados, la mirada que se deja ver desde la novela es la de un lugar sin esperanzas, dónde la violencia es tal que comienza a ser anecdótica. La ciudad es en definitiva un nicho de violencia y muerte.

La subalternidad es representada principalmente en dos aspectos: primero por supuesto la ya mencionada violencia, que inevitablemente configura un ambiente marginal, de características que lo aíslan de lo común dentro de la sociedad colombiana. Es así como todo lo que sucede en este sector perteneciente a los cerros que colindan con Medellín, es parte de una sociedad marginal y por ende subalterna. Y El segundo aspecto que marca el discurso del otro es el vocabulario utilizado por Vallejo al referirse a cómo se comunicaban con un lenguaje propio los sicarios, y a la vez a gente que vive con ellos. Los códigos, que son definidos por el narrador como particulares, son también un lenguaje proveniente de la subalternidad, es además de otra mera de referirse a ciertos términos, una manera de marcar la diferencia entre el Medellín de abajo, que vive como ciudad, y el Medellín de los cerros que vive en la marginalidad, incluso con leyes darwinianas que sobrepasan a las de la ley colombiana.

Así entonces la subalternidad está marcada por el aspecto marginal de la condición vital de los sicarios, que va desde su condición de seres vivos en lucha por la vida, pero conscientes de su efímera estadía acá, y por otro lado lo subalterno está guiado al espacio que condiciona su lenguaje, donde la muerte, y la posibilidad de matar a cualquiera es un posible, y un hecho cotidiano, por lo tanto la comunicación entre ellos pertenece también al lenguaje de la subalternidad.


Todo cine es ficción. Sin importar las pretensiones documentalistas que pueda tener un filme, siempre que se observa a través del lente de una cámara la subjetividad está presente y así también la ficción. Incluso en el momento que la película entra a la sala de montaje la ficción está más viva que nunca.

En este caso particular, debido a la realidad pretendida por el trabajo de la cámara en mano, lo cual le da un movimiento mimético al ojo humano, en conjunto con a textura digital, el montaje directo con cortes bruscos, la carencia de elipsis temporales, y el contraste lingüístico que se genera con el dialecto hablado por los personajes, probablemente La vendedora de rosas pertenezca con mayor autoridad al discurso subalterno que Cidade de Deus.

Ambas películas recogen una temática de la marginalidad de los respectivos países, sin embargo las propuestas estéticas son tangencialmente diferentes. Mientras La vendedora de rosas rescata una estética documentalista, que abarca un periodo de tiempo relativamente corto (tres días aproximadamente) lo cual lo acerca a una gran verosimilitud, además de la crudeza de las imágenes y el lenguaje completamente perteneciente a la marginalidad. Por otro lado Cidade de Deus se identifica más con un cine participativo del lenguaje cinematográfico de la academia. Los saltos temporales, la narratividad exclusiva en manos de un narrador, la inserción de una cámara de fotos como objeto de unión a través de los años, el quemado excesivo de algunos colores que emula la estética de la diapositiva presente en algunas secuencias y el humor presente a ratos en algunos personajes, hacen que el discurso de la subalternidad se encuentre con menor fuerza.

A pesar de que ambos filmes tienen subyacentemente un fin denunciador, el grado estético que toma la mirada brasilera lo mantiene muy cerca de una representación artística donde se deja ver una gran producción atrás, incluso al reconocer a actores de fama mundial (Seu Jorge) en papeles que pretenden ser marginales. De esta forma aunque Cidade de Deus pretende revivir un momento histórico dentro de las favelas cariocas, su juego es a ratos tan grande que se alea de el propósito comentado en un principio. En cambio, la mirada colombiana sobre la vida marginal, presente en La vendedora de rosas es indiscutiblemente más cruda, esto sucede incluso más allá del análisis técnico de la imagen, sino también con las empatía del espectador, si no fuese por algunos planos subjetivos que representan las alucinaciones de los niños que han aspirado pegamento, el filme estaría completamente dentro del discurso documental, o del tan en boga falso-documental, así la pretensión de denunciar una realidad se hace más presente en la mirada colombiana.

Dentro de la discusión de géneros, ambos al parecer comparten una voz dentro del discurso subalterno. Es posible sin embargo que debido a la caída de los capos de la mafia colombiana, el sicariato pierda fuerza, a diferencia de las favelas que cada día aumentan su tamaño. Sin embargo, como géneros representativos de realidades pertenecientes a la marginalidad, las dos corrientes tienen con todo derecho un discurso claro. El reclamo y la denuncia, dentro de ambos géneros funcionan como un método de atentar contra el canon de la mirada tanto literaria, como cinematográfica, como extra artístico, la denuncia desarrollada en ambos géneros en este caso, se eleva por sobre la mirada académica y cumple un fin propulsor donde la representación llega a todos los espectadores o lectores, cumpliendo así el rol de la voz del subalterno que vive en la favela o participa de la realidad del sicario.

Finalmente más importante que la calidad estética de cada uno de los filmes, o la vanguardia narrativa que marquen las novelas, estos género cumplen una labor sin duda, superior, y esta es participar de aquel discurso que nunca ha sido escuchado, es la voz de los que nunca han tenido oportunidad de pronunciarse, es sin duda la representación de la subalternidad.

Solo queda una pregunta dando vueltas ¿es válido que la voz del subalterno provenga de un espacio que no es precisamente marginal como el cine o la literatura? Lo es ya que el método de propagación no debería (en este caso) afectar la realidad del discurso.


Nuevas Andanzas y Desventuras de Lazarillo de Tormes




Por Diego del Pozo


La novela picaresca de Camilo José Cela sería un homenaje a la historia picaresca. Donde la asimilación estaría dada en el borde de la cita, siendo una estilización del Lazarillo de Tormes original.

En el primer párrafo del Lazarillo de Cela se nos adelanta “Me encontré cierto día con un libro que hablaba de un Lázaro de Tormes que seguramente ya habrá muerto y que si vive deberá ser muy viejo” (Cela, 25), es un nuevo Lazarillo no solo nuevas andanzas y desventuras las que se nos presenta.

El Lazarillo de Tormes como la primera novela picaresca se lleva todos los méritos, sin embargo luego de la publicación del Guzmán de Alfarache, las características clásicas del género se vieron completamente retratadas. Cuál sería la gracia de reescribir un Lazarillo a más de trescientos años de su aparición, existiendo ya un completo desarrollo de la novela picaresca .

El Lázaro de la novela de Cela es sin duda diferente al anterior, menos inocente desde un principio, roba para escapar a la vida picaresca, es más precavido, más cauto e incluso más considerado con los demás. El Lázaro de Cela tiene más conciencia de sociedad, no vive en base a sí mismo, se preocupa del bienestar de los otros. Su existencia está condicionada por los sucesos de los otros, de esto modo a pesar de estar narrado en primera persona las preocupaciones no son exactamente de la primera persona. Este nuevo Lázaro no se rige por el hambre como el anterior, sino que por la conveniencia y las ganas de vivir en el camino. De características románticas, donde el personaje quiere buscar un horizonte sin porvenir, el nuevo Lázaro abandona la vida pastoril que mucha libertad le ofrecía para cambiarla por la incertidumbre.

El diálogo con discursos anteriores fue muy bien tratado por el teórico ruso Mijail Bajtín, la asimilación es el proceso que él denomina para clasificar el tipo de relación que hay entre el nuevo comunicado y el texto con el cual dialoga.

Mijail Bajtin tiene como piedra angular de sus teorías la idea de que todo enunciado es la puesta en diálogo del discurso ajeno heredado con lo nuevo que se quiere decir. Existe así la palabra a dos voces monodireccional (el autor usa la palabra de otro y sus intenciones no se oponen a las de la palabra ajena) y la palabra a dos voces multidireccional (el autor usa la palabra ajena para expresar sus propias intenciones y se produce un choque de dos voces sobre el tema).

Bajtín en su libro sobre Dostoievski distingue dentro del discurso two-voiced el discurso pasivo (imitación, estilización y variación) y el discurso activo (hibridación, parodización y polemización).

En el caso de Las nuevas andanzas y desventuras de Lázaro de Tormes se desarrolla una suerte de estilización con el Lazarillo original. El cambio es en las situaciones, sin embargo el modelo de seguir amos para continuar la trama vagabunda del protagonista es el mismo. Además el lenguaje y el estilo es similar, la narración por tratados, todos en primera persona, hace que el mundo sea configurado a través de la percepción subjetiva de Lázaro.

La cuestión de la marginalidad del protagonista es cuestionable, a diferencia del primer Lázaro, el de Cela pareciera que solo se encuentra en una condición marginal al principio, ya que luego la situación errante con los franceses y después la estadía con el boticario o con la señora Librada, se alejan de la marginalidad que marcó la vida del Lazarillo primigenio. El hambre deja de ser un factor completamente trascendente también. El primer Lazarillo al parecer tenía más hambre, o al menos la tenía como un móvil más concreto, además de que la padecía más también, era el gran tema por el cual cambiaba de rumbo en su historia de vida, y lo que lo hacía ascender socialmente. De esta manera la cumbre del Lázaro primigenio es buscar una estabilidad que le permita comer. El Lázaro de Cela ignora la búsqueda alimenticia remplazándola por el mero gusto a recorrer. Es una intención picaresca como móvil lo que los diferencia.

El gusto por ser errante está más representado en el Lázaro de Cela, el personaje se mueve por que no puede estar quieto, no porque esté en busca de algo. La estabilidad es de lo que arranca, se aburre y parte, esa es la nueva filosofía. Quizás fruto de una España menos hostil como es la que muestra Cela, el espacio marginal está controlado por otras circunstancias, las cuales son menos peligrosas y más amables con el viajero errante que es Lázaro.

De esta forma Cela recata del primer Lazarillo el estilo de narración, el personaje, el ambiente y algunos motivos centrales. Pero finalmente no contribuye a una nueva construcción del personaje picaresco. El pícaro no evoluciona, sino por el contrario se ha quedado estancado con Cela, el diálogo con la tradición picaresca carece exactamente de eso. No hay un diálogo, en cambio solo hay una reproducción de algo ya sucedido.

El modelo ya conocido con un personaje más pulido incluso, es lo que intenta citar o imitar Cela, sin embargo no lo logra en ningún caso. Los aspectos trascendentales de la novela picaresca se encuentran presentes, no por que Cela los capte precisamente sino por la herencia a la que copia. No hay contribución, no hay innovación mayor, el pícaro es menos pícaro, y lo marginal es menos marginal.

De este modo el nuevo Lázaro es una mera estilización del primero, donde no hay un mayor cuestionamiento de los métodos sino solo una repetición de un estilo que ya estaba quedando obsoleto.


Bibliografía

Cela, Camilo José. Nuevas andanzas y Desventuras del Lázarillo de Tormes. Nascimento; Santiago de Chile, 1953.