jueves, 27 de mayo de 2010

Aristóteles, La Poética y Electra

Por Diego del Pozo

Sobre la tradición de la teoría literaria sería correcto situar sus comienzos en la Poética de Aristóteles. Más que una teoría sobre la literatura o la poesía ciertamente, es un texto que clasifica, codifica y ordena como un manual de metodología, todas las partes de una obra dramática, en particular de la tragedia. De esta manera la modelación desarrollada es un método para concebir la obra perfecta, que para Aristóteles es el Edipo Rey de Sófocles., y sirve también para la demostración y la búsqueda de la calidad de una obra. Para que la obra poética llegue a su perfección es necesario, el orden de cada una de sus partes.

De aquí es posible desprender el carácter mereológico de los estudios aristotélicos, ya que la obra estaría compuesta por una gran cantidad de partes, pero solo llegaría a un lugar perfecto, no solo con la presencia de cada una de sus partes, sino con un valor adquirido que gana el todo cuando está completo. Es mereológico entonces porque el modelo está construido desde la cima hasta la base en una relación que va desde lo abstracto hacia lo concreto, y viceversa, pero que finalmente se centra en la magnificencia de la obra completa y su funcionalidad como gran conjunto, es solo en el momento en que las partes brillan donde se reconoce la esencia máxima de la obra. En este intento por develar los “atributos esenciales” de la poesía finalmente Aristóteles recoge toda una gama de clasificaciones aplicables a la obra dramática, particularmente la tragedia.

Se podría afirmar que la piedra angular de la poética, el primer término acuñado y que da pie al resto de las clasificaciones, es el de mimesis. “La imitación de la acción es el argumento, pues llamo argumento a la composición de los hechos y caracteres, a aquello en virtud de lo cual decimos que los que actúan son de alguna cualidad determinada, y pensamiento, a aquello mediante lo cual los que hablan declaran algo o expresan opinión.” (65, 1988) La imitación para Aristóteles sería inherente al hombre, a partir de eso es completamente natural hacerlo y esto nos llevaría a un lugar más cercano de la Verdad.

El comienzo de la clasificación aristotélica va más bien dirigido a las partes medulares de cualquier obra artística, la cual al ser representativa de la realidad debe imitar a seres que nos hagan entender la grandiosidad de su presencia dentro de la obra. Por esto mismo Aristóteles propone que solo debe imitarse a seres virtuosos o viles, es decir polarizados, buenos o malos, y esto sería sobre todo por que facilita la empatía y la comprensión del espectador. Los seres dentro del mundo poético tienen que estar motivados por la pasión de sus causas.

A partir de esto Aristóteles define la tragedia como “una imitación de un acción grave y cumplida que posee cierta magnitud, con un lenguaje sazonado, con cada uno de sus medios separadamente en las partes, de individuos que actúan, y no mediante una narración, que lleva a cabo mediante la compasión y el temor la purificación de tales pasiones” (65, 1988)

La belleza para Aristóteles radica en la conjunción de la magnitud y el orden, por lo tanto la clasificación de la obra contribuye con el orden, y la representación vendría a contribuir con el resultado final que sería la magnitud, ambas cosas llegarían a la belleza.

La necesidad del orden se puede ver claramente en cómo elabora una serie de categorías internas. En un principio tiene a la obra separada linealmente en tres partes, principio, medio y final. Pero además divide la obra en seis partes que son a la vez las que desarrollan el fondo, la forma y el modo de imitación de la obra: La fábula o argumento que sería la primordial para Aristóteles “lo más importante es la disposición de las acciones. Las acciones y el argumento son el fin de la tragedia, y el fin es lo más importante.” (66, 1988). Luego están los caracteres y pensamientos que junto con la fábula son las partes que corresponden a la imitación. Luego están la elocución, la música y el espectáculo, que corresponden a la representación.

Por último, con fines analíticos desarrolla cuatro conceptos que sirven para analizar el espacio mimético de la obra, es decir, a partir del texto, sin necesidad de presenciarla: la peripecia que es el cambio de los hechos, y está completamente supeditada a la verosimilitud, las tragedias narran historias que ya se dan por ciertas, historias que ya pasaron por el hecho de que contribuyen a la credibilidad y empatía. Luego está el reconocimiento o anagnórisis, que es el paso de los personajes desde la ignorancia hacia el conocimiento. En caso de que suceda correctamente la anagnórisis y la peripecia deberían ocurrir como consecuencia la catarsis que es que a través del temor y la compasión que puede tener el espectador al sentir empatía con los personajes, se produce finalmente la conmiseración de estos sentimientos. Finalmente está también el tema de la pasión o pathos de los personajes, lo que los hace ser virtuosos o viles es finalmente que están dispuestos a llevar su causa al extremo precisamente por eso, porque tienen completo convencimiento.

En relación a este modelo aristotélico la aplicación que desarrollaré será sobre la tragedia de Sófocles Electra.

Primero es necesario decir que la imitación y la verosimilitud de la obra, provienen de la tradición homérica. La historia de Electra se remite al momento en que regresa a Micenas su padre Agamenón de la Guerra de Troya junto con su amante Casandra, y ambos son asesinados por la madre de Electra Clitemnestra y su amante Egisto. Mientras esto sucede Electra y su hermano Orestes están fuera de Micenas. Ocho años después regresan desde Atenas Electra y Orestes. Este último es escondido y llevado lejos, se refugia de hecho detrás del monte Parnaso en Fanote, donde se hace cargo de él el rey Estrofo. Permanece ahí hasta que cumple veinte años y el oráculo de Delfos le ordena que regrese a Micenas a vengar la muerte de su padre. Es entonces cuando comienza la tragedia de Sófocles.

La obra está motivada por la venganza y la restitución del honor, la causa está dad, la empresa de Orestes es clara matar a su madre y al amante de ella. Vengar a Agamenón haciendo que sus asesinos paguen. La virtud de Orestes y Electra se refleja en el absoluto convencimiento de que tiene que llevar a cabo la empresa. “No me asusta morir en la opinión, mientras renazco por mi acción a la vida de la fama” (64, 1948) dice Orestes mientras conversa con su pedagogo al comienza de la tragedia, más adelante es Electra la que nos demuestra su virtuosismo “Pero antes daré muerte a los de dentro, pues si muero en la empresa, será dicha morir, tanto como es el vivir pena.” (85, 1948) ambos personajes se sacrificarían por la venganza de su padre. La Pasión que los mueve los eleva a una categoría supra humana. Electra se enfrenta luego a su hermana Crisótemis, la cual al ser invitada a la empresa prefiere morir deshonrada

“Electra: …vuelvo para que con mi ayuda mates al verdugo de nuestro padre, Egisto… Crisótemis: … No pues hay otro remedio que resignarnos a morir sin honra…

Electra: … Convéncete querida. ¡Por Orestes a luchar!, ¡Afanarnos por el padre!, ¡poner fin a mis males y a los tuyos!, Que nobles, no vivamos más vil vida.” (91, 1948)

La fábula de la obra consiste en la vuelta de Orestes a Micenas, con el plan de asesinar a su madre y al amante de ella. Para esto inventa su propia muerte. Luego se encuentra con su hermana Electra, la cual piensa que él está muerto por lo tanto ha decidido tomar en sus manos la venganza. Frente a esto Orestes le confiesa su verdadera identidad y cambian los planes, e finalmente Orestes el que llevará a cabo la venganza. Luego de esto se dirigen al palacio donde está su madre que piensa que Orestes está muerto, pero se da cuenta del engaño justo antes de que la asesinen. Por último llega Egisto que se encuentra con que Orestes ya había comenzado con la venganza y que además lo estaba esperando. Egisto es tomado por la fuerza y llevado a la pieza donde había asesinado a Agamenón y es asesinado ahí también. Con esto termina la tragedia de Sófocles. El orden de los acontecimientos se resume en lo anterior.

El principio está marcado sin duda por la vuelta de Orestes y la expansión del rumor sobre su muerte. El medio vendría a ser el momento en que se encuentra con su hermana y se genera la revelación de la identidad de Orestes, para dar paso al final que es cuando ocurren los asesinatos. Por otro lado los caracteres y pensamientos están muy equilibrados en los personajes de Orestes y Egisto como la virtud y la maldad enfrentadas perfectamente y por el lado femenino Electra y su madre Clitemnestra son las antagónicas. Es simple reconocer como se desarrolla una balanza moral entre estos cuatro ejes, el bien y el mal perfectamente equilibrados, la empatía va directamente hacia los hermanos, a pesar de que sus actos son macabros, es su pasión lo que obliga a sentir empatía.

Sobre la Elocución, la Música, y el Escenario, es obviamente imposible captar algo ya que el análisis ha sido desarrollado a partir de un texto.

En el caso de esta tragedia la anagnórisis ocurre al menos tres veces, y vendría a estar siempre ligada al descubrimiento de la identidad de Orestes. Primero es Electra la que lo sabe, luego Clitemnestra y finalmente Egisto. El reconocimiento da paso al acto trágico, y al desencadenamiento del pathos. La catarsis se produce como consecuencia a la lástima de los actos que deben hacer Orestes y Electra para recuperar su honor, su motivo de vivir.

La obra lejos de estar perfectamente armada en el modelo aristotélico, al menos cumple con gran parte de los contenidos necesarios. De hecho la belleza mereológica perfectamente podría indicarse en Electra. La única razón que extraña y que deja un poco estupefacto, es la muerte tan premeditada de la madre. Para efectos de la aceptación del espectador creo que la completa conciencia de lo que ocurrirá hace que se pierda valor, y la calidad de virtuosos de Orestes y Electra disminuye.

Bibliografía.

Aristóteles. Poética. Ed. trilingüe de García Yerba, Víctor. Editorial Gredos. Madrid, 1988.

Sófocles. Ayante Electra Las taquinias. Trad. José M° Aguado. Quinta Edición. Colección Austral. Madrid, 1948.


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