jueves, 27 de mayo de 2010

Reminiscencias temporales y genéricas



Por Diego del Pozo



Para realizar una mirada hacia el pasado la mejor forma es observar la literatura, y precisamente la crónica, que alguna vez fue tan mal vista, mirada como un género menor, ahora se levanta como la mejor manera de observar un periodo. Reminiscencias es una crónica donde en palabras de su autor es “un relato que no es sino simplemente la vida de un hombre” (322, 1976), y es precisamente en eso donde recae el interés. La actitud con que está narrado es desde la simpleza. A pesar de que constantemente se comprueba que Julio Subercaseux Browne fue un importante hombre de negocios para Chile, y sobretodo un fiel reflejo de un hombre que vivió plenamente un importantísimo fragmento de la historia de nuestro país. Su relato nos entrega un excelente panorama de la mentalidad del hombre chileno de la clase alta a fines del XIX
Primero es significativo definir quién es Julio Subercaseux, y sin duda él se encarga mejor que nadie. El comienzo del libro es un intento por mostrarse como heredero de colonos Europeos, de esta manera es medio francés y medio inglés, aunque las divisiones terminan siendo de octavos incluso. Es un provenir el que marca inicialmente, desarrolla el relato con una línea sanguínea que marca el de dónde proviene y luego enfatiza en el acto de nominación “Mi abuela paterna doña Magdalena Vicuña y Aguirre, que parece llevaba el pandero en aquella época (1870), quiso, según la tradición de la familia, ponerme el nombre del santo del calendario que figuraba en el día de mi nacimiento; felizmente se equivoco de página y tomó el 12 de abril por el 12 de febrero; era San Julio; de otra manera me habría llamado Eulalio”. La nominación de sí mismo tiene que ver también con la ganancia de credibilidad, el criterio de la verdad narrada en base a lo que se ha visto y vivido.
De esta manera, si nuestro narrador es completamente identificable, lo narrado no es cuestionable, al menos inicialmente.
El primer capítulo llamado “Una infancia feliz” destaca la buena vida de un joven en la alta sociedad chilena, nace en una época donde los niños eran sobrevivientes, y debido a eso recibían especial cuidado. Nos cuenta con especial ahínco el desarrollo sensible que tuvo. Destacando especialmente su memoria olfativa, gustativa y auditiva, llegando a recrear algunas canciones de cuna. Desde muy pequeño se le desarrolla la memoria por lo que, tal como dice él, el relato es fidedigno desde su infancia.
Pariente o amigo de gran parte de las familias fundacionales de Chile, parte de su infancia en Valparaíso, lugar donde su padre tiene negocios (como estaba en el negocio de las salitreras probablemente trabajara en el puerto por la exportación del material). En aquella época el intendente de Valparaíso era don Juan Francisco Echaurren de quien Subercaseux destaca primero la iniciativa de colocar unos baños públicos que fueron llamados chaurrinas, y por otro lado que su mausoleo en el cementerio de Santiago se distinga por que se lee “Dormitorio del dueño de casa”. Era la época del presidente Aníbal Pinto. El país aun estaba en formación.
En 1877 entra al colegio donde aprende definitivamente a leer, es un dato significativo teniendo en cuenta la destacada educación que tuvo Julio Subercaseux Browne. A los siete años leía el diario en la pieza de su padre.
Solamente basado en sus recuerdos es posible dimensionar la magnitud que tenía la ciudad de Santiago, destaca los paseos a los alrededores, o a las afueras de la ciudad, como grandes travesías y visitas que tenían al menos algunos días; nombra como parte de estos lugares a La Reina o a La Dehesa. Era una época donde Santiago abarcaba meramente lo que ahora se conoce como el centro de la ciudad.
En 1879 se destapa la guerra contra la confederación Perú-Boliviana, provocada por el cobro de impuestos a la salitrera Compañía de Antofagasta, que en ese momento quedaba en Bolivia, y como respuesta Chile decide, el día de la resolución de rematar la salitrera, tomarse Antofagasta. Debido a esto se destapa el pacto secreto ofensivo y defensivo que ligaba a Perú y a Bolivia, por lo que el 5 de Abril Chile declara también la guerra a Perú.
Narra como se enteraron en Santiago de los hecho del 21 de Mayo y las celebraciones que conllevaron el sacrificio heroico de Prat y sus marinos, junto a como se escapó la Covadonga haciendo encallar a la Independencia en su persecución. Luego la guerra continúa con Perú completamente dueño de los mares, llegando a amenazar incluso a Valparaíso. Ya para el fin de año las cosas habían cambiado y los mares pertenecían a los chilenos, así como la campaña terrestre por el desierto era un éxito. Chile lograba una victoria frente a sus vecinos, adjudicándose además parte del territorio del sur de Bolivia y de Perú.
Julio Subercaseux desplaza el tema de la guerra para ahondar en las extraordinarias comidas que desarrollaba su padre, y para recalcar su interés culinario que desde muy pequeño era una prioridad. Al parecer los negocios de la familia, sobretodo el Banco del padre, marchaban con éxito, de esta manera Subercaseux recuerda que cuando él vuelve a Santiago tras la guerra el Gobierno de Chile había declarado válidos los certificados salitreros emitidos por el Perú, lo que afianzó la inversión de su padre que había adquirido la totalidad del Banco Mobiliario y para rememorar este hecho, el Banco había emitido billetes con el retrato del mismo Julio Subercaseux Browne.
Es entonces cuando comienza a hablarse del posterior viaje a Europa que era tan clásico de la alta clase de Chile en esa época. Antes de partir sufre su primera enfermedad, la alfombrilla, que le costó una semana de cama.
El final del primer capítulo se presenta con las elecciones presidenciales en las cuales sale elegido Domingo Santa María. Y con las cuales se da inicio al segundo capítulo “Mi adolescencia envidiable”, los títulos del relato no están precisamente cargadas de humildad.
La familia Subercaseux Browne se traslada a Europa, la travesía que inicialmente duraría seis meses, termina durando dieciocho años.
En Francia el embajador era Alberto Blest Gana, que rápidamente pasó a ser parte del círculo social de la familia.
En París entra junto con su hermano a un colegio de Padres Maristas, sin conocer el francés la experiencia es en un principio horrible, pero luego de unos meses en que conoce el idioma su vida social se reactiva y hace relación con gente de gran prestigio en el París de la época.
Luego de un tiempo la familia se ve tan bien en París que decide quedarse en la capital francesa, llegan así los dos hermanos que habían quedado en Chile, y se instalan en una casa confortable cerca la Rué de la Opera. Comienza tanto Julio como sus hermanos una educación completamente francesa. La estadía está marcada por viajes y banquetes.
Era particular de la época que las familias de mejor situación en Chile optaran por realizar viajes a Europa y particularmente a París, por lo que no es extraño que la familia Subercaseux tomara como lugar de residencia a la capital francesa. Y de hecho la educación que reciben Julio Subercaseux Browne y sus hermanos es la idealizada por el resto de los chilenos de la época que eran tan afrancesados.
Las peripecias de nuestro narrador lo llevan hacía el área de las letras, se destacan sus círculos de amistades y por supuesto su mentalidad de época. Literariamente sus textos son en rima y responden a la belleza más clásica. En esta etapa de producción literaria, se gradúa de licenciado en letras, y tiene un par de amoríos significativos.
Destacan dentro de su círculo el episodio en que se cita con Oscar Wilde. “Sonrosado, gordo y afeitado, el pelo un poco largo, no era buenmozo, pero atrayente y conversador admirable y divertido, con una voz melodiosa como la voix d´or de Sara Bernhardt; además no sabía decir sino cosas agradables –me dijo cuando me vio- Ud. no parece sudamericano. Parece tan inglés como Douglas. Le replique que aquello no era raro porque mi padre era descendiente de francés y que corría sangre inglesa por las venas de mi madre.” (174, 1976) Se vuelve a repetir el ideal de purificación sanguínea, esta vez por la necesidad de igualarse con los europeos, aunque de alguna manera los Subercaseux ya eran bastante europeos. Luego de la reunión con Wilde nuestro compatriota multinacional hace una especie de declaración estética: “Yo, hasta cierto punto, soy cultor de la belleza y siempre he abogado por ella; lo bello es la esencia de la naturaleza, siempre que no se sobreponga al bien” (175, 1976) es claramente un ideal platónico que registra un punto de vista clásico que depende sustancialmente del lugar objetivo previo a las vanguardias del siglo XX. Es la mirada del fin de la época clasicista.
De sus amores, los principales son María Luisa que era mayor que él y termina casándose con otro hombre. La hermana de María Luisa llamada Ana Rosa, a la cual le escribe unos versos en una ocasión. También un pololeo con una muchacha mexicana llamada Isabel de Guzmán, que hace que la gente latinoamericana se resitúe con él sobre sus ideas. Ya que anteriormente había escrito un artículo llamado Le Chat Noir, donde tratada probablemente sobre la tez de los latinoamericanos, una vez más destacando la superioridad de la raza europea, según el criterio de Subercaseux. De sus amores en todo caso es el más significativo antes que su mujer Marta, el romance con la princesa húngara. Con ella leían y según como la narra Subercaseux tenían un romance shakesperiano, recorrían en bote una laguna, leían bajo los árboles, y se amaban a escondidas, solo que la princesa iba a casarse con un militar francés que era mayor que ella en al menos quince años. Entonces es narrado el hecho que conlleva un cambio de mentalidad de época. La chica antes de casarse le dice que se escapen, y le propone que en medio del lago se amarren con una cinta que tiene la frase de Bernard Shaw “Our mystical bethereth has been written in heaven” y se suiciden. Esa entrega es fruto de una época guiada por las pasiones trágicas, la princesa húngara era un personaje isabelino en vida. Sin embargo Julio Subercaseux ya estaba dominado por la razón y no estaba dispuesto a perder la “joie de vivre”. Es una situación muy interesante como momento de época y transición de esta.
Posteriormente Julio Subercaseux Browne sufre la que sería la segunda enfermedad de su vida, que es la fiebre tifoidea pero se recupera sin problemas.
Es entonces cuando conoce a Marta, la que sería su futura esposa, y madre de sus hijos, su amor para toda la vida. Coincidieron en un tren debido al desperfecto del de ella, y la descripción habla por sí sola “Marta, sobre la cual fijé mis ojos inmediatamente, por lo que le había oído a mi papá, era la más reservada, aunque noté que se expresaba y pronunciaba admirablemente, era muy rubia, de pelo delgado, blond Cendré y con el lindo colorido de las razas sajonas que había heredado de su padre. Los ojos era azules, enormes y bailarines con pestañas espesas y largas cejas pobladas; las facciones eran perfectas; alta, extremadamente delgada; pesaba 47 kilos y no representaba más de quince años, a pesar de tener 17, cuatro menos que yo; noté que sus padres se fijaron en mi y me llamaron al otro compartimiento para conversar conmigo sobre mis estudios, a mi futuro suegro lo complació mucho saber que cursaba el cuarto año de mis estudios de leyes y que hablaba tan bien nuestro idioma” (197, 1976). Lo tradicional reinaba sobre las vidas, y frente a esta tradicionalidad no hay mucho que comentar, el matrimonio de Julio Subercaseux es representación de la mayoría de los matrimonios existentes en el siglo XIX, comienzos del XX y también ya bien entrado este último probablemente.
Con este hecho da fin al segundo capítulo “Mi adolescencia feliz” y da paso al llamado “Juventud dorada”, que es una etapa más madura por parte de nuestro narrador y sucede principalmente en Chile, ya que posteriormente a su matrimonio se muda a Santiago donde comienza a formar familia.
Primero termina sus estudios de derecho y regresa a Chile. Es ahí donde se lamenta que estuviese tanto tiempo fuera, ya que no presenció la revolución de Balmaceda, y queda un vacío en la historia de fin del siglo XIX en Chile.
Una vez de vuelta se inscribe motivado por su suegro en el Partido Conservador y es elegido Diputado. Destaca dentro de su contribución la aplicación a la ley de apuestas de las carreras de caballos, la cual es copiada de la de Francia, así se regulariza el juego hípico en Chile.
Aficionado al juego, mientras ejerce como diputado en Viña del Mar, se queda hasta altas horas de la madrugada con sus compinches apostando. Destaca la anécdota en que el Cura Ugarte luego de haber participado hasta altas horas de la madrugada de las apuestas, el sermón del domingo al día siguiente fue centrado en estos caballeros de la alta sociedad viñamarina que se queda apostando hasta altas horas de la madrugada, a pesar de que él había participado también.
En 1900 parte junto a su mujer y sus cuatro hijos a Europa donde se radica en París nuevamente, estando en París establece relaciones con gente del mundo de la hípica y envía a Chile buenos caballos para fortalecer la raza. Dentro de la estadía en Europa vale la pena rescatar la asistencia a al expo parís de principio de siglo, cuando se inaugura la Tour Eiffel, y la subida a ella “lo primero que hicimos fue subir en el ascensor hasta el primer piso, donde funcionaba un restaurante. Allí pudimos apreciar aquel hermoso trabajo de hierro en medio de una vista de ensueño.” (266, 1976), es un momento histórico y un simbólico dentro de la época, la Tour Eiffel es un emblema de la modernidad.
En ese momento el Ministro de Chile en Francia era Ramón Barros Luco, el cual en una anécdota narrada por Subercaseux vive los ideales político de la época “un francés exuberante bebió por el salitre y su promisoria riqueza, en un arranque de entusiasmo preguntó a Don Ramón: “¡Esto, señor Ministro, no es sino lo que vemos en la superficie!... ¿Qué no habrá debajo de esta capa?... ¿Qué de riquezas ignoradas?” Don Ramón con toda impasibilidad le contestó: “probablemente nada”.”(268, 1976) es el ideal político de la transparencia, al menos la ilusión o el gusto que queda es que los políticos de antaño eran de una transparencia absoluta, no tenían nada que esconder. Eran años donde los votantes eran un poco más de 250, las elecciones de Pedro Montt fueron con 184 votos a su favor, y 83 para su opositor. Sin embargo ya existe una añoranza quince años después ya que el mismo Subercaseux más adelante dice “La figura de don Germán Riesco no tenía nada de criolla; era alto, de bigotes y barba rubia, ojos azules claros de mirar, miope, cejas muy pobladas. Su carácter era simpático, festivo y bondadoso. Todo lo resolvía rápidamente, con criterio práctico y sencillo, incluso la cuestión de límites con Argentina. […] De este tipo eran entonces los presidentes de Chile, orgullo de nuestra historia” (270, 1976) Esta arenga es parte del ideario de la época, la cual rescata el carácter fundacional y apasionado de los ideales políticos, la importancia de esta área era primordial, el compromiso con la honradez era absoluta por parte de la gama política y finalmente ser político era un orgullo. Presidente era un cargo honorabilísimo.
Julio Subercaseux regresa entonces a Chile y como hombre de negocios salitreros y bancarios, la crisis del salitre lo afecta particularmente.
Mientras tanto efectúa los contactos necesarios para construir el casino de Viña del Mar, con todos los datos y presupuestos al día, don Pedro Montt presidente de Chile en ese momento se opone categóricamente. Sus proyectos comienzan a fracasar, y es víctima de una presión muy grande, sus nervios pagan. Comienza a irle mal en la Hípica también. Llama la atención que la moneda central sean las libras esterlinas, así cómo luego serían los dólares y posteriormente los euros. En ese momento previo a la primera guerra mundial, la economía inglesa es la que lleva la delantera. Todas las relaciones monetarias que hace Subercaseux tienen su explicación en libras esterlinas.
Aunque no fue testigo de época del la revolución de Balmaceda, de lo que si fue testigo es del terremoto del 16 de Agosto de 1906. Donde a Subercaseux le ocurrió una increíble anécdota, en pleno terremoto “De pronto vi abrirse las ventanas del Teatro Municipal, saliendo una despavorida legión de demonios con estridentes gritos y tratando de ponerse a salvo. Eran las comparsas infernales de la ópera “Mefistófeles”, programada aquella noche.” (204, 1976), la magnitud del terremoto es indimensionable, Subercaseux habla de la desgracia nacional.
El recorrido autobiográfico de Subercaseux es un retrato personal y también temporal social. Es realmente motivante la lectura de la vida de uno de los hombres que comprueba su lucidez en la manera en que vivió y logró relatar su punto de vista. Finalmente queda pendiente recalcar que fue la escarlatina que lo dejó al borde de la muerte a que hizo que a los 37 años decidiera escribir sus memorias.
Como frase sinecdótica la época que relata Julio Subercaseux Browne sería “un torbellino de adelantos y progresos que nadie podía asegurar cuándo y dónde llegarían a detenerse”. Es por lo tanto la modernidad inicial de Chile la que está en estas Reminiscencias.

Bibliografía

Subercaseux, Julio. Reminiscencias. Nascimento; Santiago de Chile, 1976.

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