jueves, 27 de mayo de 2010

Historia Natural de las Indias




Por Diego del Pozo


La experiencia de lectura del Sumario de la natural historia de las Indias, es tal debido a que bajo la pluma de Gonzalo Fernández de Oviedo se vive un viaje, no solo geográfico, sino también temporal.

Madrileño nacido el año 1478, el llamado cronista de las Indias el año 1497 partió a Italia donde conoció a los estandartes más insignes del renacimiento italiano, Leonardo y Miguel Ángel. Esta experiencia lo marca como ser humano, pero a la vez contribuye a que su mirada sea parte de la transición en el punto de vista de la civilización occidental. De gran reconocimiento por su rendimiento en batalla, Fernández vuelve a España y parte a las indias en 1513 en la expedición de Pedrarias Dávila, el que era el gobernador de Castilla del Oro.

Sin duda dentro de los textos que escribió su obra más famosa es el Sumario de la natural historia de las Indias. Tiene también una novela de caballería llamada Don Claribalte que es anterior (1519), ya que el Sumario de la natural historia de las Indias lo escribió luego de que se había retirado de los cargos públicos a los 58 años de edad, y es nombrado por el rey Carlos V como el cronista oficial de las Indias. Así completamente de memoria, en su segunda estadía en España, le escribe al rey lo que sería un tratado digno del naturalista más apasionado, sobre todo lo que vio en las Indias.

De este hecho se desprenden varios detalles interesante y que están completamente ligados. El desarrollo literario de Fernández de Oviedo, es decir pasar de las novelas de caballerías a los manuales casi de carácter científico, es también un reflejo de lo que sucede en la época, en él se intensifica lo que sucede en la vanguardia del globo. Mientras en la literatura se deja de lado la sublimación de lo ideal, para pasar a una mirada que polemiza con lo ideal-irreal, proceso que tendría su culminación sin duda con la aparición de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha en 1605, la visión que comienza a tener fuerza es la de la vivencia y la experimentación. De esta manera en primer lugar el cambio en los escritos de Fernández de Oviedo son reflejo de la época.

En segundo lugar, y mucho más significativo por cierto, es el hecho de que la valorización de toda la obra se basa en la testificación del autor, lo dicho es real porque él lo ha visto. De esta manera leer en el siglo XXI un libro como el Sumario de la natural historia de las Indias, nos traslada tanto a un nuevo mundo recién descubierto, con las vivencias directas de lo novedoso que es el Caribe, y toda una fauna y flora que hasta hoy parecen misteriosas y exóticas, pero además nos lleva a un cambio en el paradigma, nos transporta al inicio de la modernidad probablemente, a un momento donde la experimentación es sinónimo de verdad, y ya poco va quedando para los espacios fantasiosos.

El Sumario de la natural historia de las Indias es también un vínculo entre la Europa renacentista y la América encontrada, es lo que define a ambos lugares, pero sobre todo a Europa, el momento es descrito por diferenciación. El interés del rey está completamente puesto en la idea de definirse, en diferencia del otro “Solo esto bastaría para acreditarla como obra única en su tiempo; pues ninguna otra nos dará en tan poco espacio y de manera tan ponderosa y armónica la descripción de aquello que interesaba más al europeo del medio físico americano: lo extraño y diferente, lo que más lo alejaba o difería de lo propio, o con ello coincidía menos.” (51, 1950). El concepto es especificarse por oposición. Por lo tanto para Europa conocer a América fue darse cuenta de lo que no eran y por lo tanto también de lo que eran. El paradigma es revuelto tanto a nivel literario como de identificación. La ciencia se eleva como el nuevo método del renacimiento y por consiguiente de la época moderna.

Fernández de Oviedo hoy traslada, y sube al lector a un barco para llevarlo en la empresa de conquista del nuevo mundo, un viaje que alegóricamente es la bienvenida al nuevo pensamiento, a la apertura del paradigma, a la ruptura de la tríada y el adiós a la Edad Media definitivamente.

El Sumario de la natural historia de las Indias es el registro de lo nuevo, destaca por sobre todo la contraposición entre la magnificencia de las ciudades europeas y los maravillosos paisajes de América. Es esplendor con que son descritos los aspectos naturales son sin lugar a dudas una representación del locus amoenus, una manera de encantar a su majestad, de exaltar la idea del paraíso encontrado.

Este libro está escrito, como dije antes, en honor a su majestad el rey Carlos V, como el mismo Fernández de Oviedo reconoce, su función se asimila a la de Plinio con el emperador Vespasiano, solo que esta vez es para la “Sacra, católica, cesárea, real Majestad.” (77, 1950), el estudio está dedicado a su rey y la motivación no es más que la curiosidad de este por saber qué sucedía en aquella parte de su imperio llamadas las Indias. Así solo de memoria el trabajo de Fernández de Oviedo es en servicio de su rey, es un acto de lealtad, pero también de revalorización de aspectos clásicos, como el de Plinio, algo muy propio del renacimiento.

El criterio de la verdad es meramente lo visto y lo vivido, de ahí que la observación y la memoria sean la manera más fiel de retratar lo real de las Indias, es el trabajo de un artesano de la reminiscencia el que realiza Fernández de Oviedo.

El viaje en el que todo lector se embarca parte con una navegación de entre treintaicinco y cuarenta días, para llegar a estas islas maravillosas, donde todo es abundante y mejor que en España.

Los indígenas están tras el filtro focal de la mirada europea, lo cual es el indicio de lo que será todo el resto del sumario “La gente de esta isla es de estatura algo menor que la de España comúnmente, y de color loros claros. Tienen mujeres propias, y ninguno de ellos toma por mujer a su hija propia ni hermana, ni se echa con su madre; y en todos los otros grados usan con ellas siendo o no siendo sus mujeres. Tienen las frentes anchas y los cabellos negros y muy llanos, y ninguna barba ni pelos en ninguna parte de la persona, así los hombres como las mujeres, y cuando alguno o alguna tiene algo de esto, es entre mil uno y es rarísimo: andan desnudos como nacieron, salvo que en las partes que menos se deben mostrar traen delante una pampanilla, que es un pedazo de lienzo o otra tela, tamaño como una mano; pero no con tanto aviso puesto, que se deje de ver cuanto tienen.” (91, 1950). Es una mirada en comparación a cómo son los europeos. Es un lenguaje viejo para algo nuevo, es la manera de nombrar lo desconocido para hacerlo conocido. Es la descripción por comparación. Así sucede también con los alimentos y los bebestibles, el pan de maíz y el licor de maíz, las aves que comen y las iguanas que Fernández de Oviedo encuentra muy sabrosas. El descubrimiento de la brea o petróleo, que por supuesto en ese momento no es más que un sellador de barcas, todas son las miradas occidentales sobre una cultura diferente.

La existencia de tribus que practican la antropofagia queda en duda si es un hecho verídico o parte del imaginario, pero está también relatado. Es la existencia de tribus temidas por las demás.

Luego de la descripción de las Indias de manera geográfica, del aspecto y las costumbres de los indígenas, el sumario continúa con la descripción de los animales que habitan las indias.

El primero es el tigre, que sin duda es una forma conocida de llamar al jaguar, comienza así un problema lingüístico que quedará en evidencia dentro de todo el sumario, que es el cómo nombrar con un vocabulario viejo algo completamente nuevo. A pesar de esto, la observación es bastante detallada, y es capaz de generar imágenes claras sobre lo que se está nombrando. De los animales quizás la descripción más llamativa es la del perezoso, que Fernández de Oviedo llama Perico ligero: “Algunas veces que los cristianos toma este animal y lo traen a casa, se anda por ahí de su espacio, y por amenaza o golpe o aguijón no se mueve con más presteza de lo que sin fatigarle él acostumbra moverse; y si topa árbol, luego se va a él y se sube a la cumbre más alta de las ramas, y se está en el árbol ocho y diez y veinte días, y no se puede saber ni entender lo que come; yo le he tenido en mi casa, y lo que supe comprender de este animal, es que se debe mantener del aire; y de esta opinión mía hallé muchos en aquella tierra, porque nunca se le vido comer cosa alguna, sino volver continuamente la cabeza o boca hacia la parte que el viento viene, más a menudo que a otra parte alguna, por donde se conoce que el aire le es muy grato. No muerde, ni puede, según tiene pequeñísima la boca, ni es ponzoñoso, ni he visto hasta ahora animal tan feo ni que parezca ser más inútil que aqueste.” (157, 1950). La observación naturalista es tan extrema que llega a pesar que el animal se alimenta de aire, esto actualmente puede parecer divertido, sin embargo es reflejo de un modelo que imperaría dentro de la época, es que tal como lo advierte en la dedicatoria, que todo el libro es resultado de lo visto y vivido, toda conclusión también es producto de lo visto y vivido.

Así también es extraordinaria la admiración por la construcción del nido del pájaro loco, es mayormente un mirada infantilizada, y de perplejidad la que se relata a continuación: “Aquestas aves son pequeñas y casi negras, y son poco mayores que los tordos de acá tienen algunas plumas blancas en el cuello, y traen la diligencia de las picazas; […] hacen sus nidos en árboles desocupados o apartados de otros, porque los gatos monillos acostumbran irse de árbol en árbol y saltar de unos a otros, […] E por eso estas aves no quieren ni suelen criar sino en árbol que esté algo lejos de otros , y hacen un nido tan luengo o más que el brazo de un hombre, a manera de talega, y en lo bajo es ancho, y hacia arriba de donde está colgado, se va estrechando y hace un agujero por donde entran en aquella talega, no mayor de cuanto el dicho pájaro puede caber; y porque, en caso que los gatos suban a los árboles donde aquestos nidos están, no les coman los hijos, tienen otra astucia grande, y es que aquellas ramas y pujas o cosas de que hacen estos nidos son muy ásperas y espinosas, y no las puede tomar el gato en las manos sin se latimar; y están tan entretejidos y fuertes, que ningún hombre lo sabría hacer de aquella manera; y si el gato quiere meter la mano por el agujero del dicho nido para sacar los huevos o los hijos pequeños de estas aves, no los puede alcanzar ni llegar al cabo, porque como es dicho, son luengos más de tres palmos o cuatro, y no puede el brazo del gato alcanzar al suelo del nido. Hacen otra cosa, y es que en un árbol hay muchos nidos de éstos.” (182, 1950). La mirada de distancia, con conjeturas prácticas, se mezcla con la admiración del observador, por lo que la narración se enriquece y toma valor emotivo.

La observación como el único método válido causa también risa cuando se explica como la vivencia le jugó en contra a Fernández de Oviedo, por ejemplo cuando describe e las avispas “Hay muchas avispas y muy peligrosas y ponzoñosas, y su picadura es sin comparación más dolorosa que la de las avispas de España, y tienen casi la misma color, pero son mayores y más rubio el amarillo de ellas, y con ello en las alas mucha parte de color negra, y las puntas de ellas rubias de color tostado.” (189, 1950), sin duda la picadura no fue algo agradable, más por haberla vivido puede describirla perfectamente. Sin duda le dolió bastante ya que la picadura es sin comparación más dolorosa que las de España. Son algunos problemas que quedan a la vista del acercamiento a la verdad a través del método naturalista.

Además de lo inusual, en la experimentación, la exquisita descripción de flora, donde destaca quizás la del plátano, donde queda claro que la especie es americana. Además está el gran trabajo de ayuda a la conquista que es este Sumario de la natural historia de las Indias, ya que participa en el proceso de nombramiento y atesoramiento de lo nuevo. Una vez que se sabe como llamarlo ya puede considerarse propio.

Finalmente, luego de una descripción particular de los molestos y abundantes insectos de Centroamérica, Fernández de Oviedo pasa a hablar sobre las minas de oro, que son sin duda uno de los puntos más importantes de la empresa de conquista, ahí cuenta a su rey (con un clara intención de agradar subliminalmente) que las minas de oro de América son muy abundantes, y sin duda de una excelente calidad. Agrega a esto la presencia de perlas, también en cuantiosa cantidad, así la descripción final tiene como motivo recalcarle al rey la presencia de grandes riquezas en sus tierras. De aquí se desprenden que sus dos conclusiones estén precisamente ligadas a esto: primero a que la distancia no es tan grande y segundo a que considerando la cantidad de riquezas que en las Indias existen, es sin duda lo más importante dentro del imperio del Rey español, y se regocija de poder se él quien le informe a su majestad el gran patrimonio que ha adquirido.

Finalmente se puede concluir, que además de la muestra excepcional sobre la visión de mundo de aquella época, el Sumario de la natural historia de las Indias es un lazo entre Europa y América del siglo XVI, y al lector se le traslada perfectamente al medio de aquella relación tras la lectura. Sin duda Fernández de Oviedo fue un personaje para escarbar y su Sumario de la natural historia de las Indias es una obra completamente vigente que mantiene la historia intacta.


Bibliografía

Fernández de Oviedo, Gonzalo. Sumario de la natural historia de las Indias. Fondo de cultura económica; México, 1950.

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