jueves, 27 de mayo de 2010

Bertolt Brecht: revolucionar la sociedad en La excepción y la regla

Por Diego del Pozo


Bertolt Brecht es en el teatro sinónimo de ruptura. Enfrentado a la visión clásica de este, redefino todo un concepto sobre la nueva funcionalidad de las representaciones teatrales.

Para Brecht primordialmente el arte debe tener una función social, y de manera secundaria, solo cuando esté permitido se podrá desarrollar una discusión en el campo de la estética. Para el alemán se acabó el arte por el arte “Menos que ninguna otra cuestión la recreación tiene necesidad de justificación” (16, 1963), de esta manera la aplicación comienza en al ámbito teatral separándolo de su función clásica aristotélica por excelencia. Partícipe de todo el movimiento de las vanguardias artísticas europeas de principios del siglo XX, intentó revolucionar el arte, relacionándolo con la política, con lo que le dio un cambió fundamental al desarrollo teatral, creando un teatro de conciencia social que apuntaba a despertar al espectador, sacarlo del hipnotismo de la empatía clásica, y guiarlo por un camino de lucha y sensibilidad social.

Desde una perspectiva temporal, es fácil darse cuenta que lo que realmente hace Brecht es enfrentar la modernidad con una actitud crítica, donde la construcción de artefactos no es el camino correcto, lo que busca, siguiendo la mirada del Materialismo Dialéctico es revolucionar a la sociedad. Este debe ser de hecho para Brecht el verdadero sentido del teatro.

De la mano de la validación absoluta del Materialismo Dialéctico, actualiza al teatro dentro de discursos que deben estar nuevamente en boga, se acabó la época del goce primordial, ahora es el momento de cuidar la igualdad.

Algunos de los métodos utilizados por Brecht para desarrollar este levantamiento están ligados por supuesto al método en que se realiza el teatro. Partiendo por los actores que deben dejar de ser simples marionetas que se convierten en el personaje sino que el actor “debe apropiarse del conocimiento de la convivencia humana propia de su época, participando en la lucha de clases” (47, 1963), esto lo llama distanciamiento, que consiste en mantener al espectador fuera de la empatía a través de modelos que muestren que es una ficción lo que se presenta. Para este efecto Brecht propone la interrupción de la acción a través del uso de música en vivo, el uso de pancartas y mostrar teatro en el teatro, entre otras posibilidades.

Muy fiel a su ideal didáctico Brecht escribe obras ejemplificadoras. Dentro de este marco aparece la obra La excepción y la regla, la cual escrita en el año 1930 en Alemania, no es presentada hasta el año 1949 en París, esta distancia temporal entre la puesta en escena y la elaboración del texto es decido al exilio al que se vio obligado a tomar Brecht. La obra entra dentro del grupo de ejemplificación didáctica en el teatro.

La trama esencialmente es sobre un comerciante que debe hacer un viaje a Urga para conseguir un contrato de petróleo. En el viaje, que es también una metáfora de la carrera del hombre moderno por conseguir las riquezas que le ofrece el libre mercado, lo realiza el comerciante acompañado de un guía y un coolí, que es el encargado de llevar el equipaje. Toda la obra es finalmente una representación de las injusticias sociales y los abusos que permite el mercado de capitales.

El comerciante que es el dueño de todos los bienes materiales es movido por la ambición del dinero. El comerciante maneja su empresa a costa del sufrimiento y la explotación, la carrera a Urga es lo principal, así para lograr sus objetivos no permite que sus “empleados” duerman ni descansen. El lema con el que comienza su discurso es esclarecedor “El hombre débil se queda atrás y el fuerte llega primero” (116, 1964). La arenga es prueba de la deshumanización del modelo. La fortaleza como virtud está lejos de su concepto inicial.

El comerciante está enceguecido por su meta empresarial, por lo tanto el cansancio de sus acompañantes más que una muestra de la explotación de la que son víctimas, es para él un ejemplo de miseria y de desconsideración para con sus objetivos comerciales.

El petróleo que va a buscar el comerciante es para que llegue la modernidad a los espacios, la figura del tren como metáfora del movimiento y de la revolución tecnológica, es exactamente lo que destruirá la mano de obra de, por ejemplo el coolí. “Coolí: El comerciante dice siempre que hace un bien a la humanidad sacando el petróleo de la tierra, que si se hace salir el petróleo del suelo, habrá trenes y se extenderá el bienestar. Dice que aquí mismo habrá trenes. ¿De qué viviré yo entonces?” (118, 1964) Es la llegada de la revolución industrial, la destrucción y explotación de la mano de obra, los salarios y horarios desproporcionados, las injusticias, todo esto está claramente en el foco de la apelación del discurso de la obra.

Luego de una larga jornada de caminata los tres personajes se detiene a descansar, y en un atisbo de humanidad el comerciante decide compartir tabaco con el guía, el cual posteriormente comparte también con el coolí, este hecho para el comerciante es una prueba de traición e intento de truncar la empresa por lo que decide despedirlo. Con ese hecho le da su paga y se queda solo con el coolí, entra entonces el discurso sobre la legalidad del trabajo y el aprovechamiento del comerciante. Como el guía proviene de un sindicato su paga debe ser efectuada, pero el problema del coolí, su miedo más duro es que él no participa de uno por lo tanto no es seguro que se le cumpla el trato acordado anteriormente. Los derechos de los trabajadores aparecen respaldados por la institución del sindicato.

Luego el viaje lo continúan solos el comerciante y el coolí, el cual comienza a cantar “El camino a Urga es difícil, Mucho se padece yendo hacia Urga ¿Resistirán mis pies hasta Urga? Pero en Urga se cobra y se come” (122, 1964) la motivación del canto es salir del sufrimiento que le produce la explotación. Continúa “Mi mujer me espera en Urga. También mi hijo me espera en Urga. También…” (122, 1964) Tiene un futuro agradable, sin embargo este hecho no es comprendido por el comerciante, que ve la validez de un sujeto solo en base a sus pertenencias, y como todo lo que trasladan hasta Urga es de él, sospecha que lo que hace el coolí es tratar de llamar a los bandidos del desierto para que les roben todo. El que tiene pertenencias finalmente teme por la pérdida de ellas y desconfía de todo aquel que no lo tiene. Aparece la codicia como un adjetivo presente en aquel que acumula los bienes. La sospecha y la explotación serán producto de este hecho.

La caminata continúa hasta que llegan a un río, el cual en ese momento se encuentra muy alto, por lo que es peligroso cruzarlo, el coolí canta “He aquí el río. Cruzarlo es peligroso. En la orilla hay dos hombres. Uno lo cruza, el otro vacila. ¿Uno es valiente y el otro cobarde? Más allá del río, pasado el peligro, A uno lo espera un negocio. Con firmeza atraviesa la corriente, toma posesión de su propiedad Y se regala con comida fresca. Pero el otro pasado el peligro, Ha perdido el aliento y no atina a moverse. Un nuevo peligro acecha al desgraciado ¿Son valientes los dos? Juntos han conquistado al río, pero hay un solo vencedor. Tú y yo no es ahora lo mismo. La batalla la ganamos juntos, pero tu me vences a mí.” (124, 1964). El río es otra metáfora de la explotación, de cómo algunos reciben los grandes beneficios tras el trabajo de otros. La distribución no es equitativa, la desigualdad queda en eso.

A pesar de que el coolí está exhausto, el comerciante que está obsesionado con la efectividad de su empresa, lo amenaza con su revolver y lo hace cruzar el río mientras lo apunta en la espalda y canta “Así vence el hombre al río impetuoso. El hombre se vence a sí mismo, Para lograr el petróleo que la humanidad necesita” (125, 1964). La deshumanización llevada al extremo, el sentido del la empresa prima por sobre la integridad de los empleados, este mensaje se subentiende ante la amenaza desmedida, la denigración del individuo.

Tras cruzar el río el coolí se ha fracturado un brazo, y está armado la carpa mientras el comerciante lo mira, la psicosis de este último llega a tal punto que prefiere dormir lejos del coolí para que este no le robe su dinero, y además vuelve al discurso de optimización del trabajo a costa de la dignidad humana “¡Si se pudiera vivir sin dormir! De todos modos sería mejor estar en la carpa. Aquí, al aire libre, estoy expuesto a toda clase de enfermedades. ¿Qué enfermedad puede ser tan peligrosa como el hombre?” (126, 1964). Irónicamente el hombre más peligroso es exactamente el que pronuncia el monólogo, es precisamente el comerciante el que está cegado por su codicia.

Más adelante ambos personajes se pierden, y el coolí en un intento por darle agua al comerciante, provoca que el pánico de este último termine haciendo que le dispare y le provoque la muerte. El miedo al hombre lo hace matar.

Posteriormente se da paso al juicio donde se enfrenta el poder del comerciante frente a las intenciones del difunto coolí. Lo primero que se deja en claro es que el comerciante trataba mal al coolí, por lo tanto la posibilidad de que este quisiera matarlo eran probables según la lógica del juzgado. Las condiciones humanas y solidarias quedan fuera de la mirada de la legislación que también está corrompida por la deshumanización. El comerciante queda finalmente libre, es absuelto porque está por sobre las intenciones humanas. El mensaje final es más esclarecedor y didáctico todavía. “Así termina la historia de un viaje. Lo han oído y presenciado. Han visto lo habitual, lo que constantemente se repite. Y sin embargo les rogamos: Consideren extraño lo que no lo es. Tomen por inexplicable lo habitual. Siéntanse perplejos ante lo cotidiano. Traten de hallar un remedio frente al abuso. Pero no olviden que la regla es el abuso” (137, 1964).

El abuso sería la regla de este ejemplo del mundo deshumanizado, una obra que apela contra la destrucción, intenta levantar a la lucha por la igualdad. La sensibilidad de Brecht y la ruptura están de la mano, ya que él ve que lo que ha sucedido con la evolución de la sociedad es también producto de lo que se ha dicho durante años y años con el teatro clásico. Por lo tanto la negación del modelo clásico es también una crítica contra todos los modelos, es el pasado lo que ha llevado a que exactamente le regla sea el abuso. De una manera cuestionable porque el teatro sigue siendo para una elite, y además porque experimentalmente aun no se sabe si es que efectivamente se logra la movilización esperada con el método brechtiano, por sobre eso queda la intención humana y humanizante de esta obra. Tras ella aparece gigante la imagen de un Bertolt Brecht sensible a su época, iracundo por cambiar las injusticas, fervoroso combatiente del mundo donde el abuso es la regla.

Bibliografía

Brecht, Bertolt. Breviario de estética teatral. Ed. La Rosa Blindada; Buenos Aires, 1963.

1 comentario:

  1. Hola!! Excelente nota. "La excepción y la regla" es una obra absolutamente maravillosa.
    Bertolt Brecht que nos invita a no considerar nada como natural, y creer que todo es posible de cambiar.

    Hice mi propio análisis de esta obra del teatro épico en mi blog. Si tenés ganas de darte una vuelta, dale nomás:

    http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar/2013/11/la-excepcion-y-la-regla-obra-de-teatro.html

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